jueves, 13 de octubre de 2016

Ser madre joven, ¿fácil?

Dentro 4 días cumplo 23 años y ya tengo dos hijos.
Me quedé embarazada de mi mayor a los 18. Desde entonces la vida ha puesto constantemente en mi camino a personas que me han juzgado y desvalorizado por el simplísimo hecho de ser mamá joven.





La cosa se agrava conforme vas teniendo más hijos y sigues aparentando ser una niña.
Si me dieran un euro por la cantidad de veces que le han dicho a mi madre "¡anda, ahora con cincuenta años a volver a criar, eh!" o comentarios por el estilo, tendría para terminar de pagar el coche.
La gente no se corta y suelta esos comentarios delante de una, y eso jode molesta bastante. Qué pasa, ¿no me ven capaz y tiene que criar mi madre por mí?
En este último mes me han preguntado dos veces que si soy de etnia gitana por tener dos hijos ya y una vez que si soy kika (los católicos que están en contra de usar métodos anticonceptivos para evitar un embarazo). ¿Y A VOSOTROS QUÉ NARICES OS IMPORTA LO QUE YO SEA? Yo no voy preguntándole a la gente por la calle si son católicos o que si tienen el pelo teñido, pues esto es igual.


También están las típicas preguntas/afirmaciones del tipo:

-¿Qué te dijeron tus padres cuando les diste la noticia?, ¿Te castigaron?
-¿No te planteaste abortar?
-¿Fueron buscados?
-Te has arruinado la vida
-Dile adiós a tus sueños
-Seguro que los tratas como si fuesen Nenucos
-No sabes lo que has hecho
-Si tú aun no estás criada, ¿cómo vas a criar?
-No sabes lo que es disfrutar

Y decenas de comentarios por el estilo...




Señores, si quieren salseo pónganse la serie de la MTV Teen Mom y a mí déjenme en paz.

Cuando nació Diego sentí que tenía que demostrar a diario que yo era capaz de hacerlo sola (añadamos mas hierro al asunto, era madre joven... ¡Y SOLTERA!)
Era un examen constante que tenía que aprobar a cada minuto. Tuve la suerte de poder ahorrar y pagarle los botes de leche yo, sin ayuda económica DE NADIE.
Mi madre, de vez en cuando me decía si quería que le comprase X cosa al niño y yo siempre le contestaba un "yo puedo sola".
Cuando él nació, las noches en vela y los terribles cólicos me los tragué yo solita. A los días estaba tan saturada que rompí a llorar; mi madre me escuchó y me dijo si quería que se quedase al niño un par de horas y así yo podía dormir un poco, mi frase favorita era "es mío, es mi responsabilidad. Esto me lo tengo que tragar yo". Escribo esto y me invade la tristeza y la ansiedad que tenía en aquel momento.
Tardé días en ceder y dejar que me ayudasen. Ojalá pudiera dar marcha atrás y decirme a mí misma que no iba a ser menos madre por dejarle el niño a su abuela y yo dormir dos horas seguidas esos primeros días...
La mayoría de las madres de mi tribu son bastante más mayores que yo, y a todas les ayudaron en sus inicios, en esos momentos de adaptación e inseguridad dónde las hormonas y la mente te juegan malas pasadas.

La diferencia es que a una mujer no se la juzga igual con 30 años que con 20.

No hay día en el que no me cruce a alguien por la calle y no me mire con pena y compasión.
Estoy harta de repetir que soy madre por vocación. Siempre quise tener hijos, siempre quise hacerlo pronto... Quizá no tanto, pero Diego vino sin buscarlo y fue deseado por su madre desde el minuto 0. Así me vino y así lo acepté, con lo bueno y con lo malo que tiene tener hijos antes de los 25.

Los pros que saco es que tengo mucha energía y paciencia, que cuando tenga 40 ellos ya estarán criados, que si ellos quieren seré una abuela joven e incluso podré llegar a ser bisabuela ¡o tatarabuela! También cuando somos jóvenes tenemos más facilidad para los cambios, los embarazos también suelen ser más llevaderos. Hay menos posibilidades de que el bebé tenga problemas y menos tasa de cesáreas. Los abuelos también son jóvenes. Maduro y aprendo a diario, disfrutaré mucho tiempo de mis hijos, y que he conocido antes de tiempo un amor que no se puede comparar a nada, a nadie.

Los contras son que he tenido que aparcar mis sueños un tiempo, pero eso no es problema porque no hay nada que no se pueda retomar. Que si me apetece irme a la otra punta del mundo sola no puedo, o mejor dicho, no quiero. Que he cambiado y adaptado mi rutina por completo, que no tengo ahorros. Por cada 100 prendas de ropa que les compro a ellos yo me compro un par de calcetines. No tengo ojeras de bailar toda la noche, las tengo de no dormir por dar de comer a mi hija cada 2 horas. Si tus amigos aún no han sido padres (que es lo más probable) seguramente la relación con ellos se tense y a veces incluso se rompa. Vamos a un ritmo de vida muy diferente de los que no tienen niños. Y ya no hablemos de la discriminación de otras madres, en las clases de preparación al parto de mi primer hijo me miraban como si fuese un mono de feria, se sentaban en grupitos y yo siempre estaba sola. Me intentaba acercar y no había manera... En los grupos de madres y padres del colegio me ha pasado igual. No creo que tenga tres ojos para que se me mire con esa extrañeza.

Pero creedme: nada de eso importa. Son cosas totalmente banales... El amor que me dan a diario es el mayor premio... Ellos valen todos los esfuerzos. Valen la pena. Ellos valen la vida.