martes, 16 de febrero de 2016

El glamour del embarazo.

Cuando una mujer se queda embarazada le llueven los piropos. Dicen que la etapa en la que una mujer está más guapa es en el embarazo, el pelo no se cae, las uñas crecen rápidas y duras y la piel tiene un extraño brillo que no tiene cuando no estás preñati. DICEN.

Mis dos embarazos han sido TOTALMENTE OPUESTOS. En el de Diego vomité 5-6 veces, en el de Minipunto 5-6 veces también, pero al día. En éste estoy teniendo todos y cada uno de los síntomas habidos y por haber menos la ciática, en el de Diego no tuve absolutamente nada excepto ciática. En este tengo acidez todas las santas noches, en el de Diego no sabía ni lo que era.
Cada embarazo es un mundo, y yo el de Diego lo viví con una agilidad que al recordarla ahora me parece increíble. Ir a natación a diario, a todos los sitios andando... Ahora el simple hecho de estar 4 horas en clase me destroza entera.
Yo cuando di a luz a Die no hacía más que contar lo maravilloso que era estar embarazada, pero ahora cuento la parte opuesta. Hay embarazos y embarazos, y en mi caso este está siendo pesadísimo.

Estamos felices, gestamos una vida, nos ceden el asiento en transporte público y bancos (o eso deben de hacer) nos dejan dormir horas extras porque nuestro cuerpo lo necesita, comemos lo que queremos y nos seguimos viendo maravillosas, es más, cuanto más gordita sea la panza más ternura desprendemos, nos miman aunque estemos insoportables por el boom de hormonas que llevamos a cuestas, y tienen más paciencia con nosotras. Estamos consentidas y felices por ello.
Eso ve la gente.

Pero nadie se imagina lo preciosas que estamos cuando, durante el primer trimestre, nos levantamos a vomitar a diario, nos dan cefaleas fortísimas y nuestras encías sangran porque en el embarazo es muy común tener gingivitis. O cuando el exceso de hormonas nos juega la mala pasada de crear un grano justo entre las dos cejas, haciendo que parecemos un unicornio. Aún así seguimos estando bellísimas a ojos de la gente, aunque nosotras nos veamos como cracos.

En el segundo trimestre aparece la ciática, el bebé crece mucho y ya se nota la barriguita, pero en mi caso en el segundo trimestre parecía que mi gordura era porque me había comido un búfalo, y no porque estuviera en estado de buena esperanza.
Te crecen los pechos ¡oh qué bien! Pues no, duelen mucho, y tienes que ir corriendo a comprarte sujetadores porque los de antes de quedarte embarazada te dejan la marca y te oprimen.
También empiezan las contracciones de Braxton Hicks, que con Diego no tuve ni una, pero con éste hacia la semana 28 ya me molestaban (que no dolían).
Llega el temido momento en el que no puedes dormir boca abajo, y en mi caso empezó a subir el numero de veces en el que me tenía que levantar a hacer pis por la noche. Y qué carajo, por el día. Es super sexy decirle a tu marido 'nene, ¿cómo vamos a ir al cine si hago pipí cada 25 minutos? ¡No me voy a enterar de la peli!'
Supuestamente pierdes la libido, supuestamente. O por el contrario te vuelves como una perra en celo. Todo muy extremista.
En algunos casos empieza a salirte calostro del pecho. No mola nada cuando queda tanto tiempo para que pueda ser aprovechado.

El tercer trimestre es, al mismo tiempo, el más ansiado y odiado.
En mi caso vuelven los vómitos, pero esta vez no por náuseas, sino por la acidez. Nunca he sabido lo que es acidez hasta la semana 29 de mi segundo embarazo, entonces descubrí el amor por la Ranitidina que ahora se desvanece poco a poco, porque 6 semanas y media después me está dejando de hacer efecto.
Vamos al baño cada 10 minutos, ya no aguantamos tanto como hace 10 semanas... El útero presiona la vejiga y ésta tiene menos capacidad de aguante.
El bebé se encaja, yo con Diego no me di cuenta, con Minipunto estoy flipando con el dolor que tengo en toda la pelvis.
Salen hemorroides, qué graciosas ellas.
Y estrías. Yo no tengo ni una de momento, pero esto aún no ha acabado.
Tu centro de gravedad se va a tomar por saco, con lo cual tienes que andar como si te llevara el viento, balanceándote. Unos andares que quitan el sentido.
El útero está tan grande que comprime los pulmones, con lo cual al andar 20 minutos ya pareces un Pomeranian después de haber hecho una maratón. Lengua fuera y jadeando.
A mí me pasa hasta al hablar, cuando cuento algo muy largo me falta el aire.
Los ligamentos se resienten al sostener el peso del bebé. Duele.
Ponerte los calcetines y atarte los zapatos es todo un show, estamos super graciosas.
En esta etapa te duele hasta el alma.

Y aún así la gente sigue viéndote espléndida, aún así esto es lo mejor que te ha pasado en la vida, sonríes sin parar y te sonrojas cuando lees o escuchas lo bonita que es tu barriga, y aún así cuando des a luz y pasen los meses estarás echando en falta la barriga a diario. Se olvida.
MERECE LA PENA.