sábado, 4 de marzo de 2017

El año más intenso -y feliz- de mi vida.

El primer año de bimaternidad me ha enseñado muchas cosas.

Cuando me quedé embarazada de mi segunda, me creí sabida. Creía que llevando tres años en este mundo de pañales, biberones, lloros, fiebres, risas y juegos no me quedaba nada por aprender. ¡Qué ingenua!
Cuando el embarazo empezó a avanzar fui cambiando de idea. Mis hijos eran diferentes hasta dentro de mi vientre. Diego apenas se movía y Delia no paraba de darme pataditas en todo el día.

Si bien es cierto que tenía claro que iba a ser primeriza en muchas cosas, como en esto de la lactancia (aun no me creo que llevemos un año, ¡y lo que nos queda!), o en el porteo...
También es verdad que estando embarazada tenía claro que iba a darle purés a Delia, igual que hice con Diego; siempre dije que esto del BLW no era para mí, (aquí me reafirmo en que nunca jamás puedo decir ''de este agua no beberé'' porque me he tragado mis palabras como mi hija se come un filete sin triturar).
He cogido del metodo con el que crié a Diego lo mejor y lo he usado con Delia, y he cogido lo que no me funcionó y lo he cambiado. La maternidad es un constante aprendizaje.

Diego siempre será el primero, siempre será el que me enseñó a cambiar un pañal, el que me dio un motivo para salir de la depresión, el que curó mis heridas, el que me enseñó el amplio mundo de los cantajuegos y me hizo vivir una segunda infancia como madre al volver a jugar con los Playmobil's o al celebrar Halloween o Carnaval.

Aún recuerdo que el primer pañal que le puse al mayor se lo puse del revés 😇


Pero Delia... Delia volvió a poner mi vida patas arriba en el mejor sentido de la frase. Me ha cambiado igual que lo hizo su hermano hace cuatro años. La gente me dice que he tenido mala suerte porque no es como Diego, ella no duerme bien, tiene carácter, es guerrillera... Pero yo creo que he tenido la mejor suerte del mundo, porque me llevo la experiencia de dos polos opuestos y puedo hablar, con conocimiento de causa, de muchas, muchísimas cosas y vivencias.

Creo que la palabra que mejor define este primer año de bimaternidad es intenso. Ha sido un año intensísimo. Si llegar a todo con un hijo es imposible, con dos ya ni lo intento. He tenido las camas sin hacer muchos días y me he puesto una camiseta sin planchar en mil ocasiones, pero a mis hijos no les ha faltado una sonrisa en su cara. Y eso es maravilloso.

Un año después sigo sin creerme que soy madre de dos (¡y qué dos!) y cada día me reafirmo más en que son las dos mejores decisiones que he tomado en mi vida. Vaya aventura la de ser madre, vaya pasada... Aun con sus días malos, sus noches malísimas, la preocupación de que les pase cualquier cosa, el ahogo económico que supone mantener a dos personitas... En mi caso todo ha ido rodado, mi instinto ha avalado cada decisión tomada y todo ha sido de lo más natural. De lo más feliz.

Delia, hoy es tu día, hoy tú eres la protagonista.Y hoy ni tu padre ni yo podemos estar contigo.
Somos conscientes de que tú no te enteras, pero nosotros sí. Nosotros sufrimos nuestra propia ausencia y, en días como hoy, vamos a trabajar desganados y sin sacarte(os) de nuestra cabeza.
Hace un año, contigo ya en mis brazos, me imaginaba este día de una manera muy diferente, pero no pasa nada, porque mañana estaremos contigo y soplarás tu primera velita rodeada de la gente que te quiere, tú estarás disfrutando de más primeras veces, nosotros estaremos disfrutándote a ti. Feliz primera vuelta al sol, mi princesa. Le das a nuestras vidas un toque de locura y mucha, muchísima felicidad. Diego nos unió hace cuatro años, tú nos has reunido y conseguido que papá y yo nos enamoremos más el uno del otro.
Gracias por elegirnos.