lunes, 27 de noviembre de 2017

Diez regalos buenos, bonitos, baratos y originales.

Se acercan fechas señaladas y a muchos de nosotros nos gusta mucho sorprender.
Aquí os dejo una lista de regalos bonitos, baratos y sobretodo originales, para impresionar a quién quieras, ya sea una pareja, un familiar, un amigo...
Algunos se los hice a mi marido y se quedó boquiabierto, así que ya sabéis... Para tener un detalle precioso no hace falta gastarse mucho dinero.





1. Cuadros con la ubicación de lugares especiales. Es algo muy fácil de hacer y queda precioso en casa. Buscas en Google Maps el sitio en cuestión, le haces una captura de pantalla, la imprimes en buena calidad en papel fotográfico y la enmarcas, recortando un corazón en una cartulina y poniéndolo entre el marco y la foto queda muy chulo, ¡facilísimo!

Yo puse el lugar en el que nos conocimos, el sitio donde pasamos nuestro primer día en familia y el restaurante en el que me pidió matrimonio.




2. Un tarro lleno de píldoras con mensajes bonitos, positivos, mensajes de amor... Y lleno también de su chuchería favorita (en el caso de mi costillo, los Sugus)
Las mini píldoras (vienen ya con su papel recortado en tamaño mini) las compré en Aliexpress, os dejo un enlace aquí. Este regalo es precioso, porque sirve para alegrar un mal día. 
Recomiendo hacerlo con tiempo, porque si por ejemplo quieres hacer un tarrito con 365 píldoras (una para cada día) lleva trabajo e imaginación, mucha imaginación.





3. Un álbum que demuestre, a base de fotos, que tu amor llega a cualquier parte del mundo. 
También se puede hacer para alguien que esté enfermo cambiando la frase a (¡Fulanito, desde la Conchinchina deseamos que te mejores muy pronto!) o para felicitar a alguien por su cumpleaños (¡Fulanita, desde el Laponia te deseamos que pases un feliz cumpleaños!)
También se pueden colgar las fotos impresas en globos de helio y llenar una habitación. Hay mil posibilidades y este regalo da para mucho, lo malo es que se necesita mucha ayuda y mucho boca a boca. Yo cuando lo hice busqué a gente por Facebook de la ciudad o país que quería y envié decenas de mensajes a desconocidos. Algunos me ignoraban (seguramente pensaban que quería venderles algo) pero otros muchos me ayudaron. Conseguí decenas de fotos, pero me tiré preparándolo unos seis meses más o menos.

Florencia, Córdoba, Japón, París, Pisa...

India, Punta Cana, Barcelona, Atenas... 



4. Un talonario canjeable por todo lo que se te ocurra. Los venden hechos (por ejemplo en MrWonderful) o los puedes hacer tú a tu gusto con cosas que sepas que gustan a tu pareja. Os dejo unas ideas:

- Vale por una cena romántica en (su restaurante preferido).
- Vale por una noche de cine viendo la película que elijas.
- Vale por un masaje de 45 minutos.
- Vale por hacer tu parte de tareas domésticas durante una semana entera.
- Vale por ver juntos la película que quieras en casa, y yo pongo las palomitas y el picoteo.
- Vale por un abrazo, sea cuando sea, aunque esté enfadad@.
- Vale por media hora de cosquillitas en la espalda.
- Vale por prepararte un baño con espuma, música y velas para ti sola.


Vía Pinterest.


5. Este es muy parecido al número 3, pero en forma de recuerdos bonitos que tengáis juntos. (El primer día que nos conocimos tú llevabas un suéter blanco y negro e ibas guapísimo, el día que fuimos al cine por primera vez, vimos una peli de miedo...)




6. Una caja de los cinco sentidos. Metes en una caja un detalle o regalo que tenga que ver con cada sentido, por ejemplo:

- Para el olfato: Un perfume que le guste.
- Para la vista: Dos entradas de cine.
- Para el gusto: Su dulce favorito.
- Para el tacto: Un aceite de masajes.
- Para el oído: Un disco con sus canciones favoritas o las canciones que os definen.
Después llenas la caja con confeti o algo bonito que la rellene, la envuelves y voilá, una sorpresa preciosa.





7. Escribirle mensajes por todas partes, que se despierte y vea uno en el espejo del baño, otro en su taza del desayuno, otro en su armario o donde deja la ropa... ¡Y hasta en el coche! Mi marido se quedó muerto cuando vio nuestro coche lleno de posits, y de hecho, ¡no los quitó hasta que se fueron cayendo! Yo me moría de vergüenza cuando iba a buscarme al trabajo con el coche así, le echaban fotos y todo, jajaja.



Mirad su cara, jajaja.


8. Regalarle tiempo o cultura. Un día en un spa, un día haciendo algo que sepas que le gusta (cualquier deporte es un plan genial y muchos no son muy caros, yo el otro día le regalé un vale para hacer Rafting y nos lo pasamos como niños). Regalarle un par de entradas para el teatro, para un concierto, para el parque de atracciones...





9. Unos rasca y gana con premios, frases de amor, o lo que tú quieras.
Hacerlo tú mismo es facilísimo, sólo hay que recortar la cartulina y decorarla al gusto, escribir los mensajes, pintar muy muy bien encima del mensaje con una cera blanca (plastidecor) y mezclar dos partes de pintura plateada con una de detergente lavavajillas, se pinta encima, se deja secar y ya está, tu rasca y gana personalizado. 


Vía Pinterest.


10. Un tarro con palitos de madera que ponen las cosas que te gustan de él o ella, o sus virtudes. Para subir el autoestima es maravilloso.


Vía Pinterest.


Iré añadiendo más cosas porque tengo varias ideas en mente, pero como aún no se las he hecho a mi marido, no quiero que sepa lo que le espera y se lee todo lo que publico, pues las iré poniendo poco a poco. 

Espero que os haya servido y que os gusten tanto como a nosotros y disfrutéis sorprendiendo tanto o más que el sorprendido. ¡Gracias!

lunes, 6 de noviembre de 2017

AMIGDALECTOMÍA Y ADENOIDECTOMÍA. Extirpación de las amígdalas y vegetaciones.

Hace casi cuatro meses, operaron a nuestro hijo mayor de una amigdalectomía y de una adenoidectomía, es decir, le quitaron las amígdalas y las vegetaciones.






Diego tenía una una hipertrofia amigdalar de grado IV, el grado más grande de todos. Las dos amígdalas le chocaban, como podéis ver en la siguiente foto:




Nos dimos cuenta porque alrededor de los dos años, empezó a no ganar peso. No podía tragar y le costaba mucho esfuerzo comer trozos normales de comida, había que triturarlo o cortarlo en trocitos pequeños... Y eso no era lo peor, empezó a tener apneas mientras dormía. Al principio no suponían demasiado, dos o tres despertares. También roncaba. Recuerdo grabar audios a mi familia diciéndoles que era Diego el que roncaba y no creérselo. Era bestial, parecía un adulto.
Otro síntoma era que tenía infección absolutamente todos los meses. Su cuerpo dejó de tolerar ciertos antibióticos y nos costaba mucho que le bajara la fiebre, porque estaba ya hecho a ellos. Llegó un punto en el que al niño dejó de dolerle la garganta. La tenía completamente llena de pus y él ni se quejaba, nos enterábamos porque le subía la fiebre a 39-40 ºC.

Lo llevamos al pediatra varias veces (a infección por mes...) y, después de informarnos mucho, le sugerimos valorar la operación. Él decía que no, que las amígdalas eran una defensa natural del cuerpo y que en muchas ocasiones operarlo podría ser peor.

Pero con el paso de los meses, el dormir se convirtió en un auténtico calvario para todos, pero sobretodo para él. Las apneas llegaron a tener una duración de más de treinta segundos, dejaba de respirar completamente y tardaba más de medio minuto en volver en sí, con su correspondiente susto y llanto.
Volví a dormir con Diego, que ya dormía solo en su habitación. Yo también me asustaba y él necesitaba tenerme a su lado cuando se despertaba de esa manera tan brusca. Podía tener cuatro o cinco a la hora, aunque a veces dormía hora y media del tirón. Haced las cuentas e imaginad el infierno.

Seguimos visitando al pediatra. El niño, con tres años y medio, pesaba poco más de doce kilos. No comía, no dormía y nosotros no vivíamos. El doctor seguía tanteando antibióticos y poco más.

Unas semanas después nos mudamos a Murcia (todo lo anterior transcurrió en un pueblo de Alicante) y allí, tras algunas valoraciones y tras verle las dos pelotas de tenis que tenía por amígdalas, a la segunda infección con su correspondiente fiebrón, su nuevo pediatra no se lo pensó. Tenía que ser operado.
Empezó a mandarnos pruebas, análisis... Lo puso todo prioritario porque el niño estaba sufriendo, se veía apagado... Siempre estaba malo.

Le hicieron una endoscopia nasal, es decir, le metieron una cámara que parecía un spaguetti por los orificios nasales. Efectivamente, estaba todo lleno de vegetaciones, con lo cual el niño no respiraba bien ni por la nariz, ni por la boca. Después de esa prueba, todo fue más rápido porque, al costarle tanto respirar, nos dijeron que podía desarrollar daño en los pulmones por el propio esfuerzo.
La cosa se retrasó un poco, porque Diego ya tenía cuatro años y le correspondía el hospital general para la operación, pero como estaba tan bajo de peso, lo tenían que operar en el infantil, en el que la lista de espera era mucho más extensa.
Mientras tanto seguimos visitando al otorrinolaringólogo infantil, pasando infecciones, sin dormir y no cogiendo peso.
Aun así, no tardaron ni tres meses en llamarnos, fue todo bastante rápido, aunque la espera se hizo eterna.

Nos llamaron para hacer el preoperatorio. Lo pesaron, lo midieron, y le hicieron un análisis completo de sangre. Si todo iba bien ya nos llamarían para darnos fecha para operar.
Pero no, a las cuatro horas, estando yo trabajando, me llamaron del hospital. Uno de los parámetros del análisis había salido muy alterado, había que repetirlo al día siguiente. Yo empecé a preguntar que qué era lo que había salido alterado y empecé a llorar en medio del trabajo. Me dijeron que podía ser un falso valor, que no me preocupase y que al día siguiente fuera, esta vez con el niño desayunado.
Hicimos lo que nos dijeron, yo tenía un nudo y una preocupación que no he sentido en la vida.
Le hicieron otro análisis y a las cuatro o cinco horas me volvieron a llamar. Yo, al ver el número del hospital, antes de cogerlo ya me vine abajo. Me llamó la propia anestesista y me dijo que al niño lo tenía que ver el hematólogo, que me pasara por el hospital lo antes posible que ya tenía redactado el volante. Yo le dije que por favor no me dejara así, que ella era doctora, que me dijera qué pasaba. Ella me dijo que eso me lo tenía que decir el especialista, que ella no podía mojarse.
Empezamos a ir de un sitio a otro, visitas, pinchazos a Diego... A la vez teníamos las revisiones por un problema que tuvo en el riñón izquierdo, así que fueron unas semanas muy difíciles y con mucha incertidumbre.
El resultado de los análisis fue que Diego tenía la coagulación mal. El primer análisis pintaba muy feo. El siguiente, seguía pintando muy feo, pero mejoraba un poco. Y ya la última prueba, que era la definitiva, seguía saliendo alterada pero estaba lo suficientemente bien para poder ser operado.
Nos advirtieron que, por la gran zona a extirpar y el problema de la sangre, posiblemente entrara a quirófano dos veces, una para operar, y otra por la posible hemorragia que podía tener en las siguientes horas.

Totally, que a los pocos días ingresó.




Lo llevaron a la habitación y volvieron a pesar y medir, no lo iban a viar hasta entrar en quirófano, lo cual agradecimos bastante. A las tres horas lo bajaron y me hicieron darle un jarabe para atontarlo antes de la anestesia. A los minutos empezó a alucinar, decía que estaba en Egipto, que si yo no veía todas esas pirámides. Empezó a reírse, a cantar... Parecía un mini borrachito.



Aquí antes de tomarse el jarabe.

Aquí ya estaba en Egipto

Esa mañana operaban a una niña y a él. La niña entró antes. Estuvo veinte minutos dentro. Diego entró y estuvo una hora. La hora más larga de toda mi vida.
Cuando salió, seguía medio grogui después de la anestesia general. En la habitación ya se empezó a recuperar y a comunicarse ¡hablaba! Escuchar esa vocecita de pito, en ese momento era música para mis oídos. Hablaba poquísimo y muy flojito. No se quejaba salvo para decir que tenía hambre.




Pasamos la noche en el hospital y fue muy bien. No tuvieron que meterlo una segunda vez a quirófano, todo fue sobre ruedas. Él me pidió que durmiese a su lado, como en casa. Una auxiliar me reprochó dos veces el acostarme a su lado, la segunda, lo hizo al grito de "vaya madre" con sus compañeras. Me gritó a las cinco de la mañana que me bajase de la cama, despertando a mi hijo recién operado y haciéndolo llorar. Se llevó una hoja de reclamaciones, por supuesto.



Nos dieron el alta haciendo hincapié en que Diego no comiese cosas duras o muy calientes durante 7-10 días. Tomando la medicación a sus horas, apenas le dolía (y mirad que el cirujano nos dijo que era un dolor intenso y continúo, que tuviésemos paciencia los primeros días...) La primera semana tenía apneas esporádicas, porque la zona estaba inflamada. La recuperación después ha sido maravillosa, han pasado tres meses y aún tiene la voz un poco aguda, pero sólo ha tenido un catarro sin importancia, ha cogido más de tres kilos y las apneas han desaparecido por completo, por lo que por la noche descansa.

Dos días después de la operación. Todo lo blanco es la cicatriz.

Una semana después de la operación.

Tres meses después de la operación.
En diciembre tenemos la revisión, pero vaya, que está todo estupendamente. A nosotros esta operación nos ha cambiado y hemos ganado en calidad de vida.