¿Le das biberón? Sí porque...
¿Aún sigue tomando pecho? Sí porque...
¿Le das purés? Sí porque...
¿Lo llevas en el carrito? Sí porque...
¿Le vas a dar trozos enteros de comida? Sí porque...
¿No va demasiado pegado a ti en esa mochila? No porque...
¿Le has puesto las vacunas de paga? Sí porque...
¿Lo dejas durmiendo en la cuna solo? Sí porque...
¿Es que te vas a quedar en casa sin trabajar cuidando a tus hijos? Sí porque...
¿Lo vas a llevar a la guardería? No porque...
¿El niño duerme en su cuna? No porque...
¿Vas a trabajar tan pronto? Sí porque...
Como éstas, las madres tenemos que soportar mil preguntas por el estilo. Es raro el día que no tengamos que contestar alguna pregunta así o parecida.
El otro día me di cuenta de que cuando estrené maternidad con Diego, pasé cerca del primer año y medio de vida de mi hijo justificándome.
PORQUE ME DA LA REAL GANA. Porque así lo hemos decidido su padre y yo. Porque sigo mi instinto. Porque si me equivoco aprenderé por mí misma. Porque yo conozco a mis hijos y me conozco a mí, porque se nuestras necesidades y nuestros derechos.
Llevo un tiempo que me fijo mucho que en la redes sociales hay que justificarlo absolutamente todo, porque sino ya llegan las madres del año y te atacan.
NO.
Las hay que directamente te preguntan ¿cuando vas a dejar de darle teta a tu hija? Pero vamos a ver, señora... ¿Y a usted qué le importa? Llega un punto en el que cansa dar tanta explicación, en el que aprendes que no te tienes que explicarlo todo. Que siempre va a haber alguien que
no esté de acuerdo y siempre va a haber otro alguien que
te va a apoyar. Nunca llueve a gusto de todos y no se puede basar la elección de la crianza de nuestros hijos en el qué dirán los demás. Esto es algo que se aprende con el tiempo... Ojalá hubiera tenido esta seguridad cuando di a luz a mi primer hijo. Era jovencísima y por el simple hecho de tener 19 años se me cuestionaba absolutamente todo lo que hacía, sobre todo las mujeres más mayores que criaban a la antigua usanza.
Estaba harta de escuchar que lo dejara llorar, que no debía dormir conmigo, que le diera de comer en horarios estrictos. Terminé tan quemada que con mi segunda hija he terminado por no pasar ni una.
Tú cría a tus hijos como te parezca mejor, que yo haré lo mismo con los míos.
No me cansaré de decir que el pilar de una buena educación es el respeto, y si nuestros hijos ven de primera mano que respetamos otros modos de pensar, otras formas de actuar;
estaremos criando niños tolerantes y respetuosos.
Hace unas semanas saltó la polémica con una foto de una mamá que estaba sentada usando el móvil en el aeropuerto
y su bebé estaba en el suelo acostado. La mayoría de personas juzgamos la foto (me incluyo, y aunque esa mamá no me vaya a leer nunca, decirle que lo siento) pero todo tenía una explicación y un motivo de ser así. Esa mujer tuvo que leer muchos comentarios por internet que la pusieron de mala madre para arriba, a lo que ella explicó a un periódico que
llevaba mas de un día en el aeropuerto porque había habido problemas con su vuelo, no tenia opción a quedarse en un hotel e iba sola con su bebé de menos de tres meses. Después de dormir toda la noche en el suelo con su hijo, a la mañana siguiente se levantó, se sentó en un asiento y se puso a pedir ayuda a sus padres para que fueran como pudieran a recogerla.
Yo me sentí fatal y caí en la cuenta de que había hecho lo que no me gusta que me hagan a mí, juzgar y pedir explicaciones. Pero de todo se aprende, y ahora antes de pensar en negativo sobre una madre, intento ponerme en su lugar y apoyarla.
También tenemos derecho a equivocarnos y a aprender. Yo gracias a otras madres que me han dado consejos sobre porteo, alimentación, lactancia, sueño... He descubierto que con mi primer hijo hacía cosas que ahora jamás haría con Delia, por mero desconocimiento. Y seguramente con el tercero haga cosas que ahora no conozco. Pero una cosa no quita a la otra, no se puede atosigar a una madre, y más si es reciente, a preguntas que no son de nuestra incumbencia. Todas las madres amamos a nuestros hijos, y todas hacemos lo que hacemos por un motivo que seguro tiene justificación (aunque no lo entendamos o no lo compartamos) lo importante es respetarnos entre nosotras, empatizar y no juzgarnos unas a otras.