jueves, 29 de septiembre de 2016

Mi hija lleva las orejas perforadas.

Mi hija, como una grandísima parte de las niñas caucásicas, lleva las orejas perforadas.
Una enfermera le hizo los agujeros de los pendientes a Delia cuando ésta tenía una semana.
No voy a decir como la mayoría de las mamás que les han puesto los pendientes a sus hijas, que no lloró. No tuve esa suerte, lo hizo, y mucho. Fueron 30 segundos por oreja interminables, en los que la niña se puso roja del berrinche. Normal, le estaban haciendo daño.
En ese momento me sentí mal, me sentí fatal. Y empecé a pensar en el por qué le había hecho pasar a mi hija por ese minuto de dolor. Ella ya no se quejó más, y a mí se me fue olvidando.


Foto de Google.


En nuestras vacaciones fuimos a Peñíscola, y una noche que estábamos en un parque, vimos a una niña con un piercing en el ombligo. Ella iba con su hermano mayor, que aun así también era un niño pequeño. Yo, que no me pude contener la curiosidad, le pregunté al niño que cuántos añitos tenía su hermana, él me respondió "¿la del piercing en el ombligo?" a lo que yo le contesté "¿anda, es de verdad?" su respuesta me dejó helada. "sí, claro que es de verdad. Ella tiene CINCO años".
Cinco años y llevaba un piercing igual que éste en el ombligo:




No juzgo a esa madre, no juzgo a esa niña. No puedo juzgarlas porque siento que yo he hecho lo mismo con mi hija. Le he perforado una parte de su cuerpo sin su consentimiento, sin darle poder de elección (aunque seguramente, la niña de cinco años fuera la que le pidiera a sus padres hacerse el piercing, quién sabe). Ese momento me hizo reflexionar, hablé mucho de ello con mi marido y con mi madre.
Mi madre me dijo que la verdad es que le había sorprendido que yo decidiese hacerle los pendientes a mi hija por mi manera de criar y de ver el mundo. Y creedme, más me sorprende a mí. Sé que en ese momento pensé que le estaba ahorrando un dolor si en el futuro quería ponérselos, pero, ¿y si no quiere?
Es una tradición que hemos normalizado, pero que ahora con el tiempo, veo totalmente innecesaria. Me parece un buen tema de debate siempre y cuando se haga desde el respeto.
Es mi primera niña y estoy aprendiendo mucho de ella en muchos aspectos, éste uno de ellos. Estoy segura de que si en el futuro tengo otra no se lo voy a hacer.
Me encantaría saber qué diferencia hay entre esa niña de cinco años y la mía. Me encantaría saber qué llevó a esos padres a firmar el consentimiento para hacerle un agujero en el ombligo a su pequeña... Puede que lo mismo que a mí para hacerle los agujeros en las orejas a la mía...
No lo sé.

viernes, 9 de septiembre de 2016

LA ETERNA JUSTIFICACIÓN DE LAS MADRES.


¿Le das biberón? Sí porque...
¿Aún sigue tomando pecho? Sí porque...
¿Le das purés? Sí porque...
¿Lo llevas en el carrito? Sí porque...
¿Le vas a dar trozos enteros de comida? Sí porque...
¿No va demasiado pegado a ti en esa mochila? No porque...
¿Le has puesto las vacunas de paga? Sí porque...
¿Lo dejas durmiendo en la cuna solo? Sí porque...
¿Es que te vas a quedar en casa sin trabajar cuidando a tus hijos? Sí porque...
¿Lo vas a llevar a la guardería? No porque...
¿El niño duerme en su cuna? No porque...
¿Vas a trabajar tan pronto? Sí porque...


Como éstas, las madres tenemos que soportar mil preguntas por el estilo. Es raro el día que no tengamos que contestar alguna pregunta así o parecida.
El otro día me di cuenta de que cuando estrené maternidad con Diego, pasé cerca del primer año y medio de vida de mi hijo justificándome.





PORQUE ME DA LA REAL GANA. Porque así lo hemos decidido su padre y yo. Porque sigo mi instinto. Porque si me equivoco aprenderé por mí misma. Porque yo conozco a mis hijos y me conozco a mí, porque se nuestras necesidades y nuestros derechos.

Llevo un tiempo que me fijo mucho que en la redes sociales hay que justificarlo absolutamente todo, porque sino ya llegan las madres del año y te atacan. NO.
Las hay que directamente te preguntan ¿cuando vas a dejar de darle teta a tu hija? Pero vamos a ver, señora... ¿Y a usted qué le importa? Llega un punto en el que cansa dar tanta explicación, en el que aprendes que no te tienes que explicarlo todo. Que siempre va a haber alguien que no esté de acuerdo y siempre va a haber otro alguien que te va a apoyar. Nunca llueve a gusto de todos y no se puede basar la elección de la crianza de nuestros hijos en el qué dirán los demás. Esto es algo que se aprende con el tiempo... Ojalá hubiera tenido esta seguridad cuando di a luz a mi primer hijo. Era jovencísima y por el simple hecho de tener 19 años se me cuestionaba absolutamente todo lo que hacía, sobre todo las mujeres más mayores que criaban a la antigua usanza.
Estaba harta de escuchar que lo dejara llorar, que no debía dormir conmigo, que le diera de comer en horarios estrictos. Terminé tan quemada que con mi segunda hija he terminado por no pasar ni una.
Tú cría a tus hijos como te parezca mejor, que yo haré lo mismo con los míos.




No me cansaré de decir que el pilar de una buena educación es el respeto, y si nuestros hijos ven de primera mano que respetamos otros modos de pensar, otras formas de actuar; estaremos criando niños tolerantes y respetuosos.

Hace unas semanas saltó la polémica con una foto de una mamá que estaba sentada usando el móvil en el aeropuerto y su bebé estaba en el suelo acostado. La mayoría de personas juzgamos la foto (me incluyo, y aunque esa mamá no me vaya a leer nunca, decirle que lo siento) pero todo tenía una explicación y un motivo de ser así. Esa mujer tuvo que leer muchos comentarios por internet que la pusieron de mala madre para arriba, a lo que ella explicó a un periódico que llevaba mas de un día en el aeropuerto porque había habido problemas con su vuelo, no tenia opción a quedarse en un hotel e iba sola con su bebé de menos de tres meses. Después de dormir toda la noche en el suelo con su hijo, a la mañana siguiente se levantó, se sentó en un asiento y se puso a pedir ayuda a sus padres para que fueran como pudieran a recogerla.
Yo me sentí fatal y caí en la cuenta de que había hecho lo que no me gusta que me hagan a mí, juzgar y pedir explicaciones. Pero de todo se aprende, y ahora antes de pensar en negativo sobre una madre, intento ponerme en su lugar y apoyarla.





También tenemos derecho a equivocarnos y a aprender. Yo gracias a otras madres que me han dado consejos sobre porteo, alimentación, lactancia, sueño... He descubierto que con mi primer hijo hacía cosas que ahora jamás haría con Delia, por mero desconocimiento. Y seguramente con el tercero haga cosas que ahora no conozco. Pero una cosa no quita a la otra, no se puede atosigar a una madre, y más si es reciente, a preguntas que no son de nuestra incumbencia. Todas las madres amamos a nuestros hijos, y todas hacemos lo que hacemos por un motivo que seguro tiene justificación (aunque no lo entendamos o no lo compartamos) lo importante es respetarnos entre nosotras, empatizar y no juzgarnos unas a otras.



domingo, 4 de septiembre de 2016

Seis meses

Pese a que te estás volviendo muy mala dormilona, tienes un carácter igual de malo que el mío, y no te conformas con nada... Eres perfecta para nosotros.
Necesitábamos una ''bebé real'' que nos enseñara la parte más cansada de la maternidad. Porque esta parte también es maravillosa. Con tu hermano mayor ha sido todo tan fácil y tan rodado que necesitábamos que nos metieran esa caña que solo tú nos podías dar. De esa manera tan tuya. Tan especial.

Hace medio año llegabas. En el mismo momento en el que salías de mi vientre me rompiste los esquemas en mil pedazos... Estaba tan tan convencida de que eras un niño que la sorpresa fue mayúscula. Me regalaste un parto maravilloso que sanó todo el dolor que tenía después de haber sufrido tanta violencia obstétrica con Diego.






Dice papá que yo te he regalado seis meses de lactancia. Que me he sacrificado, que he dormido menos, dice también que está orgulloso de mí porque te he dado lo mejor, solo y exclusivamente salido de mi cuerpo. Pero no, la verdad es que eres tú la que me has regalado a mí seis meses de un vínculo difícil de superar. Innato. Lleno de vida.
Me has enseñado que ser el alimento de alguien 100% durante seis meses no es para nada tan tedioso como lo pintan. Todo lo contrario, es algo mágico, poderoso. Que engancha. Y quién me conoce sabe que a mi la magia me encanta, sobretodo si te veo crecer tan sana y tan tan feliz; y yo contigo, por supuesto.

Hace seis meses que pierdo los nervios con más frecuencia de la que me gustaría. Pero también pido perdón. No me cuesta pedir perdón; sobretodo a Diego, que los terribles dos le han dado con retraso y ahora mismo está en los terribles tres y medio.

Hace medio año que me pregunto si cuando tenga un tercero me explotará el corazón de amaros tanto. Con vosotros dos lo tengo al límite ya. Cuando veo que carcajeas a la mínima tontería que te dice tu hermano siento que el mundo se para en seco. Qué decir cuando vuestras carcajadas se fusionan, creando así el sonido más increíble que he escuchado en mi vida. No existe nada más, sólo vosotros dos y vuestras sonoras risas, esas que llenan el alma, que tienen luz. Que tienen vida.

Ahora iniciamos una nueva etapa. Estamos en un punto al que me daba miedo llegar. Ahora eres más independiente, te vas a alimentar de forma distinta, ahora vas a aprender muchas cosas de golpe, a gatear, a ponerte de pie, a decir dos sílabas distintas en la misma palabra, a andar, a gestionar lo que quieras con tus pequeñísimas manos... Ahora vas a interactuar más y mejor con Diego, vas a aprender mucho con él, tienes el mejor maestro que una hermana podría desear. Créeme, a mí me lo ha enseñado todo.




Feliz medio año, mi vida pequeña.