miércoles, 26 de agosto de 2015

12 SEMANAS DE AMOR

El lunes, Minipunto cumplió 12 semanas. 12 semanas en las que las hormonas han dado mucha guerra. 12 semanas en las que mi peso disminuía al mismo tiempo que mi amor crecía hasta desbordarme el alma.
12 semanas eternas, llenas de idas y venidas al WC, en las que no he tolerado apenas ni el agua.
Llenas de dolores de cabeza inmensos, de preocupaciones, de miedos, de dudas de primeriza (porque sigo siendo primeriza) de magnificar las cosas más simples...
Se me han pasado rápidas, a la misma vez que lentas... Las que habéis pasado un embarazo o lo estéis pasando me entenderéis.




Es un embarazo muy deseado, muy buscado y muy querido, de ahí vienen los miedos.
En abril, tras casi 6 meses de búsqueda me ingresaron 5 días por una hidrosalpinx en la trompa izquierda, la cual hasta se me desplazó de su sitio. Fueron 5 días horribles en los que no hice más que llorar, no podía ser fuerte cuando me tenían metida en mi mayor fobia, un hospital.
Me vieron un montón de ginecólogos, y al curarme me dijeron que si me quedaba embarazada, tenía muchas más posibilidades de un embarazo ectópico... Que al mínimo dolor me fuera a urgencias, que tendrían que hacerme una eco antes de las 12 semanas para ver si el embrión se alojaba en el útero, en la trompa o fuera, y si era en el último lugar tendrían que provocarme la pérdida de éste.

Pasaron las semanas y justo un ciclo antes de inducirme la ovulación con Omifin... voilà! Test de embarazo positivo.
Mi primera reacción fue euforia, lógicamente me puse a llorar de emoción, llamé a mi madre, se lo dije a mis mejores amigas... No cabía en mí, no me lo podía creer!!
Cuando fueron pasando las horas me empezaron a venir a la cabeza las palabras de los ginécologos... Ectópico, ectópico, ectópico... Y mi preocupación iba en aumento. Me había enterado hace horas que ese embrioncito estaba dentro de mi vientre y ya hubiera dado todo por él, ¡lo amaba tanto ya!
Así que en esa misma semana fui a la matrona, la que me mandó una eco urgente para la semana 7 (estaba de 5).

Días después empezó a darme un dolor muy leve en la parte baja derecha de la barriga. Intentaba no tomarlo en cuenta, aunque no podía evitar pensar lo peor. Como duró unas horas, Néstor me llevó al hospital para quedarnos tranquilos, él estaba igual de preocupado que yo.
Llegamos y no había nadie, así que me ven al minuto.
Y ahí estaba, en su sitio, en su nido, en el útero...
Sólo se veía el saco, pero es normal estando de tan poquito tiempo. Yo lloré, de emoción, de tranquilidad, de felicidad...
Me dijeron que el dolor podía ser muscular, que estaba todo bien por ahí dentro, y yo más feliz que unas castañuelas.

A la semana tuve la eco de las 7 semanas y todo OK, pero me restaron 9 días, me la repitieron dos semanas después y me sumaron 4, un jaleo, pero ya eso era lo de menos, el Littlepoint estaba bien, latía con fuerza, y todo volvía a ser maravilloso.

Con 10 semanas y pocos días los vómitos cesaron gracias al Primperán, aunque las náuseas siguen aún, pero es un alivio. También empezó a salirme calostro del pecho (¡qué pronto!).

La reacción de Diego con todos estos cambios no podía ser mejor. Me intenta meter cosas por el ombligo para 'el bebé', dice que quiere una nena, pero yo sé que si fuera nene estaría felicísimo también. No para de darme besos en la barriga, de decirle que le quiere, de contarle cosas. Cuando me veía vomitando estaba a mi lado con una toallita en mano limpiándome. Le gusta estar acostado en la barriguita, y adora a su hermanitx muchísimo. Yo lo veo así y me enamoro más de él, de la vida, del amor...

En resumen esas son mis 12 semanas, nuestras 12 semanas. FELICIDAD, éste bebé ha traído más felicidad aún de la que teníamos, que no era poca.