Mi prioridad siempre ha sido, es y será Diego, y eso había gente que no lo entendía.
Conocí a un chico que casualmente se interesó en mí, pero claro... Yo quería decirle que era madre de un precioso bebé cara a cara, ya que así podía sopesar su reacción sin que hubiesen malentendidos por el mundo 2.0.
Llevábamos hablando semanas y semanas todos los días, y yo se lo dejaba caer muchas veces 'romperse un hueso no es nada con el dolor que he pasado yo físicamente hace no mucho', 'yo antes dormía 14 horas al día y ahora no me puedo permitir dormir tanto' y demás pullas que le dejaba caer sin aparente resultado.
Una noche, sin rodeos me mandó un mensaje diciéndome '¿tienes un hijo?' a lo que logicamente le contesté que sí, y que cómo lo había sabido. Me dijo que estaba cantao y entonces yo le pasé una foto de mi bebé, a lo que me respondió que era precioso pero que (OJOCUIDAO) con un hijo es casi imposible tener un relación.
¿Perdona? Entonces qué pasa, ¿que yo me tengo que quedar soltera toooooda la vida ya?
Le contesté que por qué, que me diera una razón de peso, a lo que el me contestó: porque tu prioridad no voy a ser yo, va a ser siempre él.
NO-ME-DI-GAS.
El chico después de enterarse de que era madre. |
Rompí a llorar, decepcionada, dolida, frustrada. JODER, CLARO QUE DIEGO ES MI PRIORIDAD, Y LO VA A SER SIEMPRE.
Me preguntaba cómo podía haber alguien tan sumamente egoísta, y no puedo describir como me sentí, rompí a llorar.
Le dije que no siguiera, que no quería leer más gilipolleces, y ahí se quedó la cosa.
La gente parecía que sabía la parte
Entonces apareció él, apareció Néstor.
Sin conocerme de nada me felicitó en mi cumpleaños y le dijo a una amiga en común que yo le gustaba (sabiendo desde el minuto 0 que Diego existía).
Mi amiga me lo dijo a mí y yo le dije que no estaba mal, pero que yo ya estaba con el escudo puesto porsiaca.
Dudando mucho, le di mi teléfono y empezamos a hablar (yo super reacia por la mala experiencia anterior) pero poco a poco se iba ganando mi confianza y mi interés.
Días después dejé a Diego con una amiga y me fui a cenar con Néstor.
Desde el primer segundo hubo complicidad, sonrisas, miradas, risas, conversaciones... Que hablaban por sí solas.
Después de cenar le dije que si le apetecía que recogiéramos a Diego, a lo que el me dijo que por supuesto, que tarde o temprano lo iba a conocer y prefería que fuera antes.
Lo recogimos y a Diego le encantó desde el primer momento, se dejaba coger y jugar con él.
Y ahí estaba, LA ILUSIÓN.
Me despertaba todos los días con ilusión, pero también con miedo, miedo a que me pasara lo mismo, o peor, miedo a que pudiera pasarle algo a Diego por mi culpa.
Pero cedí y confié, con pasos largos pero firmes, y seguimos y seguimos...
Tiene detalles conmigo y con Diego que yo solo creía que pasaban en las películas, detalles día a día, hora a hora y minuto a minuto.
Cuando estamos juntos él me pide bañar al bebé, le da la comida, lo viste, lo duerme, lo cambia... Hace todo, y lo más importante es que lo hace porque le nace, porque le gusta y porque él quiere.
Hemos tenido momentos geniales y no tan geniales como todas las parejas, pero eso nos hace fuertes y nos consolida todos los días.
Juntos vamos a enseñarle a Diego el valor del amor, del respeto, de la felicidad. Vamos a jugar, vamos a educarlo, vamos a ser muy muy muy felices.
Hoy en día estamos comprometidos, y en menos de un mes nos casamos. Va a adoptarlo, y no seremos una familia perfecta, pero somos una familia FELÍZ.