miércoles, 28 de diciembre de 2016

EXTEROGESTACIÓN O EXOGESTACIÓN, ¿QUÉ ES?

NUEVE MESES DENTRO, NUEVE MESES FUERA.

La gestación de un ser humano dura aproximadamente cuarenta semanas, considerándose un embarazo a término a las treinta y siete.
No obstante, cuando el embarazo concluye y el bebé nace, se necesitan otros nueve meses para que su desarrollo se complete.

Los primeros meses son muy duros. El pequeño, que hasta hace nada lo tenía todo dentro del útero, ahora necesita a alguien para comer, moverse, asearse... Y la única forma de hacernos saber que le falta algo es llorando.
Todos los que somos padres sabemos que puede llegar el punto en el que te duelan los brazos de cargar todo el día a tu hijo. Pero eso es lo que necesita, tanto como el comer.





La antropóloga Werida Trevathan afirma que debido a la bipedestación humana, el embarazo de nuestra especie se ha adelantado varias semanas con respecto a hace miles de años para que la cabeza del feto pueda salir con éxito por el canal de parto. La gestación humana debería de durar más, pero si la cabeza y cerebro del feto siguieran creciendo dentro del útero al ritmo que lo hace fuera, sería imposible que saliera por el canal vaginal, con lo cual, la gestación tiene que completarse fuera.

Nuestros bebés nacen con el 25% del cerebro desarrollado, que es muy poquito (los simios, por ejemplo, nacen con el 50% de desarrollo). En los siguientes meses de vida, éste establece millones de conexiones neuronales gracias a los estímulos externos (la voz de sus figuras de apego, los masajes, las risas, el contacto piel con piel...)
Seguro que todos habéis visto alguna vez una foto de un canguro con su cría en el marsupio (la bolsa que tienen delante). Esto es debido a que las crías de los marsupiales nacen en un estado de desarrollo muy incompleto, para el que es necesario el "porteo" y la cercanía de su madre.
A nosotros nos pasa igual. Necesitamos ese contacto.

Cuando finaliza la exterogestación, el desarrollo psicomotriz del niño adquiere una mayor capacidad, que es, en su mayoría (que no siempre), cuando empiezan a gatear, a desplazarse o a intentar ponerse de pie, alrededor de los nueve meses.

Para mí esta etapa tan sumamente agotadora es de las mejores. Cambian por días, crecen por segundos. Por eso no se deberían separar de sus padres (o en defecto de su madre) durante este tiempo. Es cuando se fortalece más el vínculo y sus cambios son casi diarios.

Éste mes mi hija cumplió sus nueve meses y, mirando las fotos, veo la magia que somos capaces de crear.
Cuando estoy extremadamente cansada y casi al límite intento repetirme a mí misma que los días son largos, pero los años son cortos. Y que tengo que exprimirlos, porque cada día que pasa son más mayores, más maduros y más independientes.

martes, 1 de noviembre de 2016

Afrontar la muerte con los más pequeños.

Diego empezó hace un par de meses a hacer preguntas sobre la muerte.

Todos los días vamos a casa de la Bisa; nuestro hijo (de casi cuatro años), que siempre coge los bastones de mi abuelo, comenzó a preguntar y repreguntar que dónde estaba el Bisotón, a lo que empezamos a decirle que falleció cuando él era muy pequeño. Es un niño muy sensible, y sin apenas conocerlo se puso triste por lo que le estábamos contando.







Hace poco menos de un mes, un familiar muy cercano nos dio un susto. Le dio un infarto cerebral que le tuvo ingresado en el hospital dos semanas y media. Diego, que ya de por sí estaba mostrando desde hace semanas interés por el tema, preguntó si ese familiar, al que estaba acostumbrado a ver todos los días, se había morío. Nosotros no mentimos nunca a nuestros hijos, y después de leer varios artículos de psicología en los que dicen que para abordar el tema de la muerte con los pequeños es conveniente no mentirles, teníamos más claro aún que tampoco lo íbamos a hacer en algo así. Yo le dije que esperábamos que no, que los doctores lo estaban curando, y entonces me preguntó si se iba a morir, a lo que contesté que todos nos morimos, que la muerte es parte de la vida. No obstante, para morirse hay que ser muy muy viejecito, estar muy muy muy muy malito o tener muy muy muy mala suerte.


Nosotros no le decimos que no llore, no nos gusta que reprima su tristeza o sus emociones. Llorar por la perdida de un familiar o un ser querido es sano, pasar ese proceso de duelo es muy necesario, tanto para adultos como para niños. Mi marido y yo si tenemos que llorar no nos escondemos. Hemos leído en blogs y foros de psicología infantil que expresiones como por ejemplo: "está en el cielo", "está durmiendo para siempre" o "Dios se lo ha tenido que llevar", entre otras, pueden confundirlo y crearle una ansiedad innecesaria, por lo que nunca lo hacemos. Hay que ser claro, conciso y responder a todas las preguntas que nos haga. Como con todos los temas transcendentes, mostramos mucha naturalidad, lo vemos imprescindible para que le afecte lo menos posible.


Tampoco podemos esquivar el tema cuando sale, porque Diego tiene muchísima memoria y si empezamos a divagar, a los diez minutos te vuelve a preguntar, así sucesivamente hasta que le digas una respuesta que entiende.






No sé como lo haré si Delia me pregunta antes... No sé como adaptar la información a una edad más temprana... Nosotros nos informamos y hacemos lo que creemos mejor, siempre intentando usar términos cariñosos acordes a la edad de nuestro hijo.
Él ha ido al cementerio a llevarle flores al Bisotón pero yo, personalmente, no lo llevaría al velatorio de alguien. No quiero que se quede con la ultima imagen de ese ser querido así, quiero que lo recuerde vivo, con su sonrisa, con su mirada cálida.

Somos conscientes de que es más fácil decirle que está en el cielo, pero también sabemos que si lo vamos preparando ahora, cuando llegue el momento de perder a alguien cercano va a ser menos doloroso y lo va a poder entender y gestionar mejor.  No vamos a pasar por la transición a la verdad porque ya va a saber la verdad. Va a entender desde pequeño lo que decía al principio, que la muerte es una parte de la vida.



jueves, 13 de octubre de 2016

Ser madre joven, ¿fácil?

Dentro 4 días cumplo 23 años y ya tengo dos hijos.
Me quedé embarazada de mi mayor a los 18. Desde entonces la vida ha puesto constantemente en mi camino a personas que me han juzgado y desvalorizado por el simplísimo hecho de ser mamá joven.





La cosa se agrava conforme vas teniendo más hijos y sigues aparentando ser una niña.
Si me dieran un euro por la cantidad de veces que le han dicho a mi madre "¡anda, ahora con cincuenta años a volver a criar, eh!" o comentarios por el estilo, tendría para terminar de pagar el coche.
La gente no se corta y suelta esos comentarios delante de una, y eso jode molesta bastante. Qué pasa, ¿no me ven capaz y tiene que criar mi madre por mí?
En este último mes me han preguntado dos veces que si soy de etnia gitana por tener dos hijos ya y una vez que si soy kika (los católicos que están en contra de usar métodos anticonceptivos para evitar un embarazo). ¿Y A VOSOTROS QUÉ NARICES OS IMPORTA LO QUE YO SEA? Yo no voy preguntándole a la gente por la calle si son católicos o que si tienen el pelo teñido, pues esto es igual.


También están las típicas preguntas/afirmaciones del tipo:

-¿Qué te dijeron tus padres cuando les diste la noticia?, ¿Te castigaron?
-¿No te planteaste abortar?
-¿Fueron buscados?
-Te has arruinado la vida
-Dile adiós a tus sueños
-Seguro que los tratas como si fuesen Nenucos
-No sabes lo que has hecho
-Si tú aun no estás criada, ¿cómo vas a criar?
-No sabes lo que es disfrutar

Y decenas de comentarios por el estilo...




Señores, si quieren salseo pónganse la serie de la MTV Teen Mom y a mí déjenme en paz.

Cuando nació Diego sentí que tenía que demostrar a diario que yo era capaz de hacerlo sola (añadamos mas hierro al asunto, era madre joven... ¡Y SOLTERA!)
Era un examen constante que tenía que aprobar a cada minuto. Tuve la suerte de poder ahorrar y pagarle los botes de leche yo, sin ayuda económica DE NADIE.
Mi madre, de vez en cuando me decía si quería que le comprase X cosa al niño y yo siempre le contestaba un "yo puedo sola".
Cuando él nació, las noches en vela y los terribles cólicos me los tragué yo solita. A los días estaba tan saturada que rompí a llorar; mi madre me escuchó y me dijo si quería que se quedase al niño un par de horas y así yo podía dormir un poco, mi frase favorita era "es mío, es mi responsabilidad. Esto me lo tengo que tragar yo". Escribo esto y me invade la tristeza y la ansiedad que tenía en aquel momento.
Tardé días en ceder y dejar que me ayudasen. Ojalá pudiera dar marcha atrás y decirme a mí misma que no iba a ser menos madre por dejarle el niño a su abuela y yo dormir dos horas seguidas esos primeros días...
La mayoría de las madres de mi tribu son bastante más mayores que yo, y a todas les ayudaron en sus inicios, en esos momentos de adaptación e inseguridad dónde las hormonas y la mente te juegan malas pasadas.

La diferencia es que a una mujer no se la juzga igual con 30 años que con 20.

No hay día en el que no me cruce a alguien por la calle y no me mire con pena y compasión.
Estoy harta de repetir que soy madre por vocación. Siempre quise tener hijos, siempre quise hacerlo pronto... Quizá no tanto, pero Diego vino sin buscarlo y fue deseado por su madre desde el minuto 0. Así me vino y así lo acepté, con lo bueno y con lo malo que tiene tener hijos antes de los 25.

Los pros que saco es que tengo mucha energía y paciencia, que cuando tenga 40 ellos ya estarán criados, que si ellos quieren seré una abuela joven e incluso podré llegar a ser bisabuela ¡o tatarabuela! También cuando somos jóvenes tenemos más facilidad para los cambios, los embarazos también suelen ser más llevaderos. Hay menos posibilidades de que el bebé tenga problemas y menos tasa de cesáreas. Los abuelos también son jóvenes. Maduro y aprendo a diario, disfrutaré mucho tiempo de mis hijos, y que he conocido antes de tiempo un amor que no se puede comparar a nada, a nadie.

Los contras son que he tenido que aparcar mis sueños un tiempo, pero eso no es problema porque no hay nada que no se pueda retomar. Que si me apetece irme a la otra punta del mundo sola no puedo, o mejor dicho, no quiero. Que he cambiado y adaptado mi rutina por completo, que no tengo ahorros. Por cada 100 prendas de ropa que les compro a ellos yo me compro un par de calcetines. No tengo ojeras de bailar toda la noche, las tengo de no dormir por dar de comer a mi hija cada 2 horas. Si tus amigos aún no han sido padres (que es lo más probable) seguramente la relación con ellos se tense y a veces incluso se rompa. Vamos a un ritmo de vida muy diferente de los que no tienen niños. Y ya no hablemos de la discriminación de otras madres, en las clases de preparación al parto de mi primer hijo me miraban como si fuese un mono de feria, se sentaban en grupitos y yo siempre estaba sola. Me intentaba acercar y no había manera... En los grupos de madres y padres del colegio me ha pasado igual. No creo que tenga tres ojos para que se me mire con esa extrañeza.

Pero creedme: nada de eso importa. Son cosas totalmente banales... El amor que me dan a diario es el mayor premio... Ellos valen todos los esfuerzos. Valen la pena. Ellos valen la vida.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Mi hija lleva las orejas perforadas.

Mi hija, como una grandísima parte de las niñas caucásicas, lleva las orejas perforadas.
Una enfermera le hizo los agujeros de los pendientes a Delia cuando ésta tenía una semana.
No voy a decir como la mayoría de las mamás que les han puesto los pendientes a sus hijas, que no lloró. No tuve esa suerte, lo hizo, y mucho. Fueron 30 segundos por oreja interminables, en los que la niña se puso roja del berrinche. Normal, le estaban haciendo daño.
En ese momento me sentí mal, me sentí fatal. Y empecé a pensar en el por qué le había hecho pasar a mi hija por ese minuto de dolor. Ella ya no se quejó más, y a mí se me fue olvidando.


Foto de Google.


En nuestras vacaciones fuimos a Peñíscola, y una noche que estábamos en un parque, vimos a una niña con un piercing en el ombligo. Ella iba con su hermano mayor, que aun así también era un niño pequeño. Yo, que no me pude contener la curiosidad, le pregunté al niño que cuántos añitos tenía su hermana, él me respondió "¿la del piercing en el ombligo?" a lo que yo le contesté "¿anda, es de verdad?" su respuesta me dejó helada. "sí, claro que es de verdad. Ella tiene CINCO años".
Cinco años y llevaba un piercing igual que éste en el ombligo:




No juzgo a esa madre, no juzgo a esa niña. No puedo juzgarlas porque siento que yo he hecho lo mismo con mi hija. Le he perforado una parte de su cuerpo sin su consentimiento, sin darle poder de elección (aunque seguramente, la niña de cinco años fuera la que le pidiera a sus padres hacerse el piercing, quién sabe). Ese momento me hizo reflexionar, hablé mucho de ello con mi marido y con mi madre.
Mi madre me dijo que la verdad es que le había sorprendido que yo decidiese hacerle los pendientes a mi hija por mi manera de criar y de ver el mundo. Y creedme, más me sorprende a mí. Sé que en ese momento pensé que le estaba ahorrando un dolor si en el futuro quería ponérselos, pero, ¿y si no quiere?
Es una tradición que hemos normalizado, pero que ahora con el tiempo, veo totalmente innecesaria. Me parece un buen tema de debate siempre y cuando se haga desde el respeto.
Es mi primera niña y estoy aprendiendo mucho de ella en muchos aspectos, éste uno de ellos. Estoy segura de que si en el futuro tengo otra no se lo voy a hacer.
Me encantaría saber qué diferencia hay entre esa niña de cinco años y la mía. Me encantaría saber qué llevó a esos padres a firmar el consentimiento para hacerle un agujero en el ombligo a su pequeña... Puede que lo mismo que a mí para hacerle los agujeros en las orejas a la mía...
No lo sé.

viernes, 9 de septiembre de 2016

LA ETERNA JUSTIFICACIÓN DE LAS MADRES.


¿Le das biberón? Sí porque...
¿Aún sigue tomando pecho? Sí porque...
¿Le das purés? Sí porque...
¿Lo llevas en el carrito? Sí porque...
¿Le vas a dar trozos enteros de comida? Sí porque...
¿No va demasiado pegado a ti en esa mochila? No porque...
¿Le has puesto las vacunas de paga? Sí porque...
¿Lo dejas durmiendo en la cuna solo? Sí porque...
¿Es que te vas a quedar en casa sin trabajar cuidando a tus hijos? Sí porque...
¿Lo vas a llevar a la guardería? No porque...
¿El niño duerme en su cuna? No porque...
¿Vas a trabajar tan pronto? Sí porque...


Como éstas, las madres tenemos que soportar mil preguntas por el estilo. Es raro el día que no tengamos que contestar alguna pregunta así o parecida.
El otro día me di cuenta de que cuando estrené maternidad con Diego, pasé cerca del primer año y medio de vida de mi hijo justificándome.





PORQUE ME DA LA REAL GANA. Porque así lo hemos decidido su padre y yo. Porque sigo mi instinto. Porque si me equivoco aprenderé por mí misma. Porque yo conozco a mis hijos y me conozco a mí, porque se nuestras necesidades y nuestros derechos.

Llevo un tiempo que me fijo mucho que en la redes sociales hay que justificarlo absolutamente todo, porque sino ya llegan las madres del año y te atacan. NO.
Las hay que directamente te preguntan ¿cuando vas a dejar de darle teta a tu hija? Pero vamos a ver, señora... ¿Y a usted qué le importa? Llega un punto en el que cansa dar tanta explicación, en el que aprendes que no te tienes que explicarlo todo. Que siempre va a haber alguien que no esté de acuerdo y siempre va a haber otro alguien que te va a apoyar. Nunca llueve a gusto de todos y no se puede basar la elección de la crianza de nuestros hijos en el qué dirán los demás. Esto es algo que se aprende con el tiempo... Ojalá hubiera tenido esta seguridad cuando di a luz a mi primer hijo. Era jovencísima y por el simple hecho de tener 19 años se me cuestionaba absolutamente todo lo que hacía, sobre todo las mujeres más mayores que criaban a la antigua usanza.
Estaba harta de escuchar que lo dejara llorar, que no debía dormir conmigo, que le diera de comer en horarios estrictos. Terminé tan quemada que con mi segunda hija he terminado por no pasar ni una.
Tú cría a tus hijos como te parezca mejor, que yo haré lo mismo con los míos.




No me cansaré de decir que el pilar de una buena educación es el respeto, y si nuestros hijos ven de primera mano que respetamos otros modos de pensar, otras formas de actuar; estaremos criando niños tolerantes y respetuosos.

Hace unas semanas saltó la polémica con una foto de una mamá que estaba sentada usando el móvil en el aeropuerto y su bebé estaba en el suelo acostado. La mayoría de personas juzgamos la foto (me incluyo, y aunque esa mamá no me vaya a leer nunca, decirle que lo siento) pero todo tenía una explicación y un motivo de ser así. Esa mujer tuvo que leer muchos comentarios por internet que la pusieron de mala madre para arriba, a lo que ella explicó a un periódico que llevaba mas de un día en el aeropuerto porque había habido problemas con su vuelo, no tenia opción a quedarse en un hotel e iba sola con su bebé de menos de tres meses. Después de dormir toda la noche en el suelo con su hijo, a la mañana siguiente se levantó, se sentó en un asiento y se puso a pedir ayuda a sus padres para que fueran como pudieran a recogerla.
Yo me sentí fatal y caí en la cuenta de que había hecho lo que no me gusta que me hagan a mí, juzgar y pedir explicaciones. Pero de todo se aprende, y ahora antes de pensar en negativo sobre una madre, intento ponerme en su lugar y apoyarla.





También tenemos derecho a equivocarnos y a aprender. Yo gracias a otras madres que me han dado consejos sobre porteo, alimentación, lactancia, sueño... He descubierto que con mi primer hijo hacía cosas que ahora jamás haría con Delia, por mero desconocimiento. Y seguramente con el tercero haga cosas que ahora no conozco. Pero una cosa no quita a la otra, no se puede atosigar a una madre, y más si es reciente, a preguntas que no son de nuestra incumbencia. Todas las madres amamos a nuestros hijos, y todas hacemos lo que hacemos por un motivo que seguro tiene justificación (aunque no lo entendamos o no lo compartamos) lo importante es respetarnos entre nosotras, empatizar y no juzgarnos unas a otras.



domingo, 4 de septiembre de 2016

Seis meses

Pese a que te estás volviendo muy mala dormilona, tienes un carácter igual de malo que el mío, y no te conformas con nada... Eres perfecta para nosotros.
Necesitábamos una ''bebé real'' que nos enseñara la parte más cansada de la maternidad. Porque esta parte también es maravillosa. Con tu hermano mayor ha sido todo tan fácil y tan rodado que necesitábamos que nos metieran esa caña que solo tú nos podías dar. De esa manera tan tuya. Tan especial.

Hace medio año llegabas. En el mismo momento en el que salías de mi vientre me rompiste los esquemas en mil pedazos... Estaba tan tan convencida de que eras un niño que la sorpresa fue mayúscula. Me regalaste un parto maravilloso que sanó todo el dolor que tenía después de haber sufrido tanta violencia obstétrica con Diego.






Dice papá que yo te he regalado seis meses de lactancia. Que me he sacrificado, que he dormido menos, dice también que está orgulloso de mí porque te he dado lo mejor, solo y exclusivamente salido de mi cuerpo. Pero no, la verdad es que eres tú la que me has regalado a mí seis meses de un vínculo difícil de superar. Innato. Lleno de vida.
Me has enseñado que ser el alimento de alguien 100% durante seis meses no es para nada tan tedioso como lo pintan. Todo lo contrario, es algo mágico, poderoso. Que engancha. Y quién me conoce sabe que a mi la magia me encanta, sobretodo si te veo crecer tan sana y tan tan feliz; y yo contigo, por supuesto.

Hace seis meses que pierdo los nervios con más frecuencia de la que me gustaría. Pero también pido perdón. No me cuesta pedir perdón; sobretodo a Diego, que los terribles dos le han dado con retraso y ahora mismo está en los terribles tres y medio.

Hace medio año que me pregunto si cuando tenga un tercero me explotará el corazón de amaros tanto. Con vosotros dos lo tengo al límite ya. Cuando veo que carcajeas a la mínima tontería que te dice tu hermano siento que el mundo se para en seco. Qué decir cuando vuestras carcajadas se fusionan, creando así el sonido más increíble que he escuchado en mi vida. No existe nada más, sólo vosotros dos y vuestras sonoras risas, esas que llenan el alma, que tienen luz. Que tienen vida.

Ahora iniciamos una nueva etapa. Estamos en un punto al que me daba miedo llegar. Ahora eres más independiente, te vas a alimentar de forma distinta, ahora vas a aprender muchas cosas de golpe, a gatear, a ponerte de pie, a decir dos sílabas distintas en la misma palabra, a andar, a gestionar lo que quieras con tus pequeñísimas manos... Ahora vas a interactuar más y mejor con Diego, vas a aprender mucho con él, tienes el mejor maestro que una hermana podría desear. Créeme, a mí me lo ha enseñado todo.




Feliz medio año, mi vida pequeña.

miércoles, 31 de agosto de 2016

16 SEMANAS NO SON SUFICIENTES. #ConciliarEsVivir #ConciliAcción

La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda la lactancia materna (en caso de no poder/querer, la artificial) como alimento exclusivo durante los 6 PRIMEROS MESES DE VIDA.
Tenemos 16 semanas de baja maternal, lo que equivale a poco menos de cuatro meses. Entonces... No me salen las cuentas.
La realidad de una madre trabajadora que quiere continuar con la lactancia materna es dura, difícil y triste. En el mejor de los casos hay que tirar de sacaleches y que algún familiar le de lactancia en diferido al bebé exclusivamente hasta los seis meses, es decir, dos meses que dependemos de alguien que manipule nuestra leche (la descongele, la deseche de ser necesario...) Otra opción es introducir la alimentación complementaria a los cuatro meses, cuando nos guste o no, el estómago del bebé no esta completamente maduro y hay riesgos de desarrollar alergias. También se tendría que meter al niño en una guardería o contratar una niñera. O comenzar con lactancia mixta. Pero en todos estos casos la conciliación es un problema.
No tenemos hijos para que a los cuatro meses los tengamos que dejar. Tenemos hijos para criarlos, para disfrutar de ellos, para que ellos nos disfruten a nosotros. A los cuatro meses no saben ni sentarse... Nos necesitan.

En caso del padre es igual, dos semanas de baja... Cuando el papel del papá es también importantísimo. En mi caso fue un pilar fundamental para conseguir una lactancia exitosa, fue un apoyo total en todas las subidas y bajadas de hormonas. Fisicamente me curaba y me cuidaba.
Y lo mas importante, dejando atrás todo esto... Él también necesitaba estar/cuidar a nuestra hija. Cuando regresó al trabajo tuvo un bajón bastante gordo (encima empezó de fines de semana y se tiraba dos días sin vernos).

Tenemos que luchar por lo que nos pertenece, por lo que nos merecemos. En el resto de Europa las bajas son así:




Estamos entre los países europeos con menos baja maternal/paternal. ¿Cómo pretenden que suba la natalidad así? Porque a mí se me quitan las ganas de ir a por el tercero, y tengo amigas muy cercanas que desean tener el segundo y no pueden por el trabajo.

Ya nos estamos moviendo, ya estamos luchando por una conciliación real. Para hacer ruido va a haber una quedada en Twitter el lunes 5 de septiembre a las 10:00 y otra a las 22:00. El resto de semana solo se hará una diaria a las 22:00h.

Para participar hay que twittear poniendo los hastag #ConciliarEsVivir el lunes, el martes y el miércoles; #ConciliAcción el jueves, el viernes y el sábado y #MADRESGUERRERAS todos los días. Vamos a intentar hacer trendic topic algo tan importante como la conciliación, que si algo tan banal como la telebasura consigue serlo a diario, estamos obligados a lograrlo. Esto sí es importante.





Para más información os dejo aquí un post de Madres sí. Pero guerreras también, en el que explica todo a la perfección.

Movámonos, luchemos por pasar tiempo con nuestros hijos, por estar presentes durante los meses más trascendentales de sus vidas. Por nosotros. POR ELLOS.

lunes, 1 de agosto de 2016

Mi lactancia con Diego. MI LECHE NO ESTÁ EN VENTA. #LactanciaxDinero

1 de agosto. Empieza la semana mundial de la lactancia materna, y con ella un campaña para quejarnos de algo que nos parece inaceptable: Que haya pediatras que se carguen lactancias por una comisión económica.
Hace unas semanas se daba a conocer la noticia de que dos pediatras -reputados- de Alicante, promovían la lactancia artificial de X marca a cambio de dinero. Igual pasó hace dos años en Italia.
A mí este tema me toca mucho las narices, puesto que yo lo viví en mis carnes con Diego. La desinformación de una mamá primeriza que soñaba con dar el pecho pero que se pensaba que es algo tan natural que no podían existir problemas, una mastitis y un pediatra inepto, se cargaron nuestra lactancia poco antes del primer mes de vida de mi primer hijo.

Mi hijo nació con anquiloglosia, (lo operaron con 21 meses.) No se agarraba bien al pecho, nunca lo hizo. En 2012 yo no estaba tan metida RRSS, ni en grupos de apoyo ni de madres, por lo que no tenía a quién consultar si el dolor que sentía cada vez que a mi bebé le tocaba comer era o no normal. Probé cremas para las grietas, grietas enormes y profundas que sangraban. Cada vez que él lloraba para pedir comida yo lloraba con él porque sabía lo que me tocaba. A las dos semanas y media tuve una mastitis, estuve así una semana, con un bulto rojo y caliente en el pecho izquierdo y con los pezones llenos de sangre por grietas que lejos de curarse, empeoraban.
Acudí al pediatra por la revisión del mes de Diego y, pese a que mi hijo -no se cómo- no había perdido peso, me escribió en un papel la leche que tenía que darle y cómo hacerle los biberones. No me dijo que lo pusiera al pecho para drenar el bulto. No me dijo que una mastitis se cura mucho antes con la ayuda de la succión del bebé. No me preguntó si deseaba dar biberón. Sólo me apuntó eso en un papel y me mandó a la farmacia.
El mismo día, justo después tuve revisión con la matrona, y yo estaba cabizbaja, me sentía inútil y fracasada, sentí que no era capaz de hacer algo tan instintivo como amamantar, estaba apunto de romper a llorar. Ella me preguntó y yo le dije que tenía una mastitis y que el pediatra me acababa de decir eso, a lo que ella me respondió ''já, seguro que si no se hubiesen inventado las leches de formula soportarías el dolor sin rechistar por no dejar morir a tu hijo de hambre''  Esas palabras se me taladraron en el corazón. Estuve mucho meses sintiéndome la peor madre por no ser capaz de apretar los dientes, soportar el dolor y alimentar a mi hijo como tanto había soñado siempre.
La leche tardo en irse, yo no me tomé la pastilla, a los 10 meses aún seguían saliéndome unas gotitas si me apretaba. Recuerdo que cada vez que las veía me sentía fatal...

A los 21 meses de mi hijo, empezamos a buscar a Delia, y durante todos los meses que duró la búsqueda más los 9 de embarazo me informé, leí mucho, me uní a grupos de lactancia, me empapé de opiniones y consejos de mamás, pediatras y médicos expertos en lactancia. ME EMPODERÉ.
Tenía una espinita clavada muy dentro y necesitaba quitármela, y eso hacía que tuviera más miedo a fracasar de nuevo, a volver a equivocarme, pero no. Llevamos 5 meses de lactancia materna exclusiva. Salvaje, viva, placentera. La lactancia materna no duele.
He vuelto a tener una mastitis pero esta vez mi médico estaba informado, y me mandó dos semanas de antibióticos y MUCHO TRABAJO DE SUCCIÓN DE MI  BEBÉ.

Estamos capacitadas para amamantar, está en nuestra naturaleza. La leche no se convierte en agua como mucha gente te va a decir. Tu bebé no necesita manzanilla ni agua teniendo al alcance tu pecho cuando él quiera. No le van a salir torcidos los dientes ni se le va a deformar el paladar tampoco. Los pechos se te van a caer con la gravedad y el tiempo, independientemente de que amamantes o no. Si te duele solo tienes que buscar ayuda, porque no es normal y tiene solución. Una mastitis no es ni muchísimo menos el fin, como me pintaron a mí. Tu leche va a seguirle alimentando después del año. Las mamás de múltiples producen leche suficiente para sus bebés. Las mamás de prematuros pueden amamantar, de hecho su leche es la mejor medicina. No te va a dar osteoporosis ni le vas a pasar un resfriado a través de tu leche.
Basta de seguir difundiendo mitos y de seguir alimentando la desinformación.

Si tu hijo se desteta que sea porque él o tú quereis, no porque os lo impongan u os obliguen. Es algo muy personal, vuestra lactancia no está en las manos de terceras personas, tú leche no está a la venta.









miércoles, 29 de junio de 2016

Me echo de menos.

Hoy, mi marido se ha ido a jugar un partido de fútbol con sus compañeros de trabajo.
Hoy, por la noche que he pasado, por las hormonas, por algunos factores incontrolables, o vete a saber por qué, no he empezado el día con buen pie.
Me he dado cuenta de que hace meses que no me siento mujer. Hace meses que no tengo un ratito para mí sola, para desconectar, para pasear, leer, quedar con alguien... Me he dado cuenta de que ya no soy Mika, soy la mamá de Diego y Delia.




No me había dado cuenta hasta que Néstor se ha podido tomar esas dos o tres horas para él.
Ahora mismo yo no puedo, doy LME (Lactancia Materna Exclusiva) y estamos en verano. No puedo porque si mi hija tiene hambre sólo la puedo alimentar yo, y si mi hija tiene sed ídem. Y ojo, me encanta, es la mejor decisión que he tomado en mi vida, y claro que me compensa estar dándole lo mejor... Pero quizá hoy necesitaba hacer algo yo sola, y no quiero porque ¿y si le entra sed y yo no estoy? Pues dale agua pensaréis... Pero no. He luchado mucho por una lactancia exitosa y es contraproducente darle agua.


Yo antes de ser madre.


Estoy harta de maternidades edulcoradas, en las que sólo está permitido decir lo feliz que eres, lo bien que duermes y lo poco que pierdes la paciencia. En las qué si te quejas por algo, viene la lista de turno y te contesta un "es lo que tú has elegido". Claro que yo lo he elegido, igual que elijo aceptar un trabajo de, pongamos dependienta, y si un cliente me habla mal, me grita o me tira una prenda a la cara, tengo derecho a quejarme. Pues esto es igual, no está mal quejarse de vez en cuando de que tienes sueño, de que comes rápido, o de que te duelen los brazos de cargar todo el día a tus dos hijos.
No está mal echarse de menos. No está mal pensar en que ojalá, de vez en cuando tuviésemos ese momento para nosotras. Es lo más normal del mundo y no hay que sentirse culpable, ni mucho menos.
Siempre digo que soy madre por vocación, he nacido para esto, me encanta criar, disfruto haciéndolo, pero claro, es algo que te consume 24 horas, 7 días a la semana, 365 días al año. Agota y hace feliz a partes iguales. Sufres y te ríes a diario. Es algo bellamente contradictorio.


Yo después de ser madre.

Ésta sensación es pasajera. Ellos CRECEN, y bien sabemos que echamos de menos toda época pasada en la que eran más bebés... Por eso me consuelo diciéndome a mí misma que tengo que disfrutar el estar todo el día pegada a Delia con la teta fuera, porque dentro de dos meses, al introducir la alimentación complementaria, dejara de ser tan bebé. Dentro de un año, cuando empiece a andar y a explorar el mundo que le rodea, empezará a ser un bebé grande. Dentro de dos años, cuando no deje de preguntar el por qué de todo pasará a convertirse en una curiosa niña pequeña. Y así sucesivamente.
Su infancia es efímera, pasa más rápido de lo que nos pensamos... Y aunque hoy me echo mucho de menos, se que tarde o temprano volveré a ser esa mujer que sueña con estudiar lo que ella quiere, con crecer laboralmente, con aprender y disfrutar de la soledad que infravaloramos cuando no somos madres.

Basta de idealizar la maternidad y de querer ser las madres perfectas, tener la casa perfecta, los niños perfectos y todo perfectamente controlado.
La maternidad es durísima, es una realidad que solo se entiende al cien por cien cuando se tiene un hijo.
Estás en tu derecho de quejarte, igual que te quejas si vas a un restaurante y te sirven la comida fría, o de si tenías planeado ir a la playa y te llueve cuando estás aparcando. No te sientas mal por ello, somos madres, pero también humanas, también mujeres, y es muy necesario recordarlo a diario.
No está mal echarse de menos, pero hay que intentar poner el remedio para no hacerlo a menudo.


lunes, 6 de junio de 2016

#ElPoderDeLaTeti con ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE. #BloguerasxlaLactancia

SUERTE.

A lo largo del día no hago más que pensar en la suerte que tenemos. Hemos nacido en el primer mundo, la gran mayoría de nosotros con agua potable, un techo, juguetes, comida, trabajo, medios, sanidad, información...
Por desgracia, en pleno siglo XXI sigue habiendo mucha desigualdad. Algunas zonas del mundo seguimos avanzando mientras otras se quedan estancadas en una situación de precariedad y pobreza extrema. Como en toda la zona del Sahel. Ahora mismo están atravesando una situación de sequía bastante preocupante.
Allí, el principal alimento de los bebés es la leche materna, puesto que es algo que es gratuito y que, como bien sabemos todos, es lo mejor que se les puede ofrecer... Pero claro, si no hay agua... Es muy posible que hayan muchas lactancias que fracasen, porque también hay desinformación, desnutrición y enfermedades...

Tenemos que ayudarles, y para eso Madresfera y la ONG Acción Contra El Hambre se han unido para crear esta iniciativa. Se juntan varios equipos, cada equipo con 10 blogueras, que escribimos y recaudamos fondos para éste fin (el objetivo es que cada equipo llegue a los 1000€). Yo estoy en el equipo EL PODER DE LA TETI, de Nuria Rodríguez de It Mum.







La donación mínima es de 4€, y de verdad, por muy poco que sea para nosotros, para ellos es un mundo. El dinero recaudado entre todos los equipos irá íntegro a esta lucha.

Para donar, tenéis que clickar aquí. Estoy segura que antes del 15 de Julio (fecha tope) podremos conseguirlo.




Sólo somos gente pequeña, haciendo grandes acciones.

lunes, 4 de abril de 2016

Un mes. El amor no se divide... Se multiplica.

UN MES.

Delia cumple hoy un mes, y yo cumplo con ella un mes de bimadre, de aprender, de probar mis limitaciones, mis capacidades. De amar.
Un mes que me ha sorprendido en muchos, muchísimos sentidos.


Me ha sorprendido Diego, que no ha tenido ni un ápice de celos. Antes de que naciera su hermana, estábamos pegados cual lapa el uno al otro, no nos separábamos... Yo jugaba todo el día con él, hacíamos actividades, paseábamos, estábamos todo el día haciendo el mono... Ahora me paso todo el día pegada a Delia, ella es muy hambrona, y el 75% del día está enganchada al pecho, con lo que depende de mí 100%. Diego, lejos de ponerse celoso me ayuda... Me acerca el agua cuando la amamanto, me trae las gasitas, le limpia la leche que le cae por la comisura del labio, le da palmaditas para que eructe...
Se tira absolutamente todo el día pegado a ella, nunca le he visto dar tantas caricias y besos en tan poco tiempo. La gente le dice lo típico de '¿me puedo llevar a tu hermanita a mi casa?' y él dice que ni hablar, que la hermanita es suya.
Yo llevo un mes con las hormonas on fire, un mes en el que no dejo de culparme. Me culpo a diario por haberlo destronado, por haber hecho que crezca de golpe... Me culpo cuando lo veo jugando solo en el salón de casa, sin quejarse... Me culpo cuando veo que me faltan manos, que me falta tiempo, cuando él quiere ir al parque y solo puedo llevarlo 10 minutos, o cuando le digo un ''no'' con todo el dolor de mi corazón y esperando una rabieta, pero no, lejos de eso él me sonríe y me dice ''vale, mami''.
Me culpo porque sí, porque soy humana y he perdido los nervios. Diego lleva 4 noches que se despierta llorando (supongo que por pesadillas) y yo intento calmarlo, cuando veo que lleva una hora llorando desconsolado, Néstor se va con él a otra habitación, y yo me quedo llorando en la cama, porque me gustaría irme con él, pero la niña depende de mí. Él me llama a mí, y el no poder atenderle cuando me necesita me duele muchísimo.
Le he pedido perdón muchas veces, y él no sabe ni por qué.
Soy consciente de que le he hecho el mejor regalo que una madre le puede hacer a un hijo, un hermano. Soy también consciente de que cuando empiecen a interactuar toda esta culpa se calmará... Pero ahora no puedo evitar sentirme así.
Ayer estuve toda la tarde hasta las 23:45 sola con los dos. Eran las 21:30 y Diego y yo aún no habíamos cenado, él me decía que tenía hambre, pero yo le estaba dando el pecho a Delia... Imaginad cómo me sentí al no poder partirme en dos.


Néstor es el que más me ha sorprendido. Todos, toditos los miedos que yo tenía respecto a él y que cuento aquí eran totalmente absurdos. Parece que ha tenido 15 hijos recién nacidos... Desde el minuto 0, cuando Delia salió de mi cuerpo, él se volcó en ella, la cogía sin miedo alguno (y fijaos, yo que ya he vivido lo que es tener un bebé tan pequeñito, estaba acojonada temblaba las primeras veces al cogerla), le cambiaba todos los pañales, la calmaba... Puede estar la niña dos horas llorando que él no se pone nervioso, la duerme con una facilidad asombrosa, la viste y la desviste, la baña...
Respecto a mi cuarentena, me ha cuidado, me ha curado, ha limpiado, me ha hecho de comer, me ha mimado, y sobretodo, me ha dado cariño y seguridad.
En estos 31 días de bipadres... Me he re-enamorado de él... Hasta las trancas.


Mi madre. Estas dos últimas semanas, Nés ha tenido que trabajar 15h seguidas sábado y domingo. Ella ha estado aquí ayudándome y apoyándome. Ha sido mi desahogo, ha sido una ayuda muy muy importante.


La madrina de Delia... Me ha ayudado y apoyado, cuando Delia estaba removida ella tampoco perdía la calma, cuando a mí me ha entrado la inseguridad, ella ha estado ahí para hacerme ver que puedo con todo.


Mi suegra, mis amigas, mi abuela, mi familia... Ha sido un mes llenísimo de amor... Hemos visto lo arropados que estamos, y eso nos da fuerza, mucha.


También nos hemos decepcionado. Gente que pensábamos que iba a estar al 200% con nosotros no ha  llegado ni al 5%.
Y, en cambio, gente por la que no dábamos un duro, nos ha sorprendido gratamente.

En resumen, ha sido un mes inolvidable, mágico. Ha pasado tan rápido que aún me cuesta creer que ya seamos cuatro. Un mes en el que he descubierto lo que es amar de verdad y que la felicidad, aunque pienses que es plena, siempre puede ser más y más intensa


viernes, 11 de marzo de 2016

Mi segundo parto. ¿Merece la pena no saber el sexo del bebé?

Hoy Delia cumple una semana. Ha sido una semana mágica, en la que ha habido momentos de sueño extremo, de agobio por no poder prestar a Diego la atención que se merece, por pensar que no llegas a todo... El inicio de la lactancia, el conocernos más aún los 4... Hago balance y aun con todo eso, ha sido la semana más maravillosa de mi vida. Qué cierto es eso de que el amor no se divide, se multiplica.

He llevado un embarazo totalmente sedentario. La vagueza se apoderó de mí y la media hora que me decía la matrona que anduviera todos los días... Si eso la andaba al mes.
El jueves pasado (03/03) no paré, me costaba mucho andar porque el bebé estaba muy encajado, pero aun así me tiré toda la tarde de arriba para abajo.

Estábamos tan cansados Néstor, Diego y yo que nos fuimos a dormir a las 22:00.
A las 22:30 empecé a sentirme un poco molesta con las contracciones de Braxton, las indoloras. Me daban bastantes y yo ya intuía que algo estaba cambiando en mi interior. Una hora después empezaron a dolerme levemente, a lo que empecé a contar el tiempo, me daban cada 8-10 minutos, regulares. Mis soles seguían durmiendo mientras que la duración entre contracciones iba siendo más corta y éstas más largas y molestas. Yo no hacía más que levantarme y pasearme, hasta que a las 3:15 se despertó Néstor y me vio un poco rara. Yo le dije 'me da que mañana no vas a trabajar, eh... Estoy de parto.'
Él se puso eufórico, ya me dolía cada 3 minutos. Yo le dije de esperar a la mañana siguiente, pero a las 5 ya quería irme, le dije que tenía que tener lo menos 5 cm de dilatación, eran muchas horas con contracciones regulares y dolorosas y yo ya era multípara. Llamamos a mi cuñado que se quedó con Diego, éste no hacía más que decirme llorando que no lo dejara, y yo me fui rota por dentro, dejando al que aún era mi pequeño llorando.

a las 5:30 llegamos, me hacen monitores y un tacto que no se me va a olvidar en la vida de lo que me dolió. Estoy 70% cuello borrado y casi 3cm de dilatación. Me desplomé y rompí a llorar... Tantas horas soportando dolor para solo haber dilatado medio cm (lo otro ya lo llevaba dilatado 3 semanas).
Me desmoralicé... Me ingresaron y me dejaron en la habitación con la fitball, pero la cosa empeoraba, lo que eran contracciones regulares cada 3 min. cambiaron a contracciones cada 10-12-4-6... ¿Se me estaba frenando el parto? Cada vez dolían más pero no tenían patrón de tiempo.
Yo estaba agotada y muy triste, veía que me dolía y no servía para nada.
A las 8 y pico pasó una matrona que es un cielo y me hizo un tacto con mucha suavidad, a lo que me dijo que estaba de 4'5 cm, que las contracciones sí estaban dando fruto, y que cuando yo quisiera me pusiera la epidural y nos fuéramos a paritorio.
Yo seguí aguantando en la habitación una hora, hasta que ya volvían a ser muy regulares y muy dolorosas, así que me subieron.
La matrona me preguntó que qué era, niño o niña, a lo que contestamos que no lo habíamos querido saber. Ella se emocionó porque era el primer parto de toda su carrera en el que iba a recibir a un bebé que no sabía su sexo.
Me puse la epidural, y fueron los 40 minutos peores del parto. Me pusieron solo medio bolo porque yo quería sentir el dolor, quería pujar con mi instinto, solo quería indicaciones para evitar el desgarro.
Al ponérmela hicieron lo único que no me gustó, me rompieron la bolsa y me pusieron la oxitocina.
Estaba de 6cm y eran las 14:00, a lo que mi matrona, le dijo a Néstor que se bajara a comer tranquilamente y sin prisa. Que ella no me iba a volver a mirar hasta las 16:00, que esto iba lento. Yo le dije que aguantaba el dolor, que se fuera, y así hizo, se bajó a comer con mi madre que estaba fuera.
Soportaba bien el dolor, movía mucho las piernas y estaba tranquila, respirando genial. Hasta que a las 14:10 me dio una contracción que me partió por dentro. Llamé corriendo, y me dijeron que llevaba muy poca epidural y que a lo mejor se me había ido para un lado, que me pusiera acostada para el otro. Se fue la enfermera y a los 2 minutos me volvió a dar. Sentí que me rompía por dentro. Llamé otra vez con el timbre y me dijeron que no podían hacer nada, que me habían visto hace menos de 15 minutos y que esto era así... Que si quería más chute de analgesia. Yo dije que no y se volvió a ir, y a los 2 minutos otra vez me volví a romper por dentro, a lo que estampé el timbre y llamé a gritos. Me dijeron de hacerme un tacto y yo accedí. 'Madre mía, estás completa y estoy tocando la cabeza, empuja a la próxima, este bebé sale ya'. Yo me puse a llorar, las matronas llamaban a Néstor por teléfono y éste no tenía cobertura, me estaban subiendo al potro y no paraban de decirme que el bebé estaba aquí ya. Yo pensando que Nés se iba a perder el parto, notaba la presión y cómo descendía.
De repente apareció sofocado y poniéndose el gorro y la bata a toda prisa. Automáticamente me tranquilicé y me centré en la que iba a ser la mejor experiencia de mi vida.
Tenía a tres matronas para mí sola, y yo quería que estuvieran las tres. Me estaban tratando genial.
Me pusieron un espejo delante, y yo sola escuché a mi cuerpo. Con cada contracción llenaba a mi hija de oxigeno, conectaba con ella. Pujaba, notaba como bajaba por el canal de parto. Era fantástico.
Al tercer pujo, con todo el dolor, me hicieron episiotomía. Mi piel es muy tersa y era o eso o desgarro.
Al cuarto pujo salió la cabeza. La vi salir, me incorporé cuando aún tenía su cuerpo dentro de mí, agarré sus axilas y me la saqué yo.
Jamás me he sentido como en ese momento. Me sentí más poderosa que nunca, salvaje, mamífera, mujer, fuerte... Sobretodo tremendamente fuerte.

'¡¡AQUÍ TIENES A TÚ PRINCESA, ES UNA PRINCESA!!'

Yo me acosté y la abracé fuerte, lloré como no he llorado nunca. Chillaba una y otra vez ¡PRINCESA! No me lo creía... Intuí hasta el final que era un niño... Néstor lloraba como no lo he visto llorar nunca, como un niño, frágil y vulnerable... Estaba feliz.

No hubo pinzamiento tardío de cordón, la placenta salió disparada sin yo pujar y tuvieron que cortar corriendo... Fue una pena, pero en ese momento solo quería llorar de felicidad.

La matrona me cosió y con lágrimas me dio las gracias. 'Gracias por haberme regalado un parto tan bonito, tan especial'.

Tengo el parto grabado entero, y cada vez que lo veo lloro y se me pone el vello de punta. Euforia, emoción... Era pura oxitocina.

La pregunta que me hace todo el mundo es si ha merecido la pena la incertidumbre. Por supuesto que sí, ha merecido totalmente la pena... La cosa es que le sigo llamando 'el bebé' porque no me acostumbro a que sea una niña, aún estoy alucinando.
También digo que me llevo la experiencia, pero si tengo un tercero no lo volveré a hacer, las últimas semanas son de nervios por no saber lo que tienes, estás muy limitado para comprar cosas y ropa, demasiado sexismo en todo...

También cómo llevé los dos días de ingreso por el estrés post traúmatico del hospital. Pues los llevé genial, como bien me decía todo el mundo, no iba a tener tiempo de pensar ni dónde estaba metida. Nada de ansiedad y nada de taquicardias.

Gracias Delia, me has enseñado más de lo que te puedes imaginar en tan solo una semana. Te debo tanto...



viernes, 4 de marzo de 2016

Os presentamos a Minipunto

Estoy escribiendo esta entrada un lunes, recién cumplidas las 38 semanas. Me encuentro tranquila después del ingreso de la semana pasada, la dejo escrita y la publicaré cuando nazca Minipunto, enseñándoos su carita, que seguro que es preciosa.

Porque creo que os merecéis conocerlo tanto como las personas que tengo a mi lado físicamente.
Porque me habéis aguantado mis días malos y mis días malísimos, como ha sido esta semana pasada (37 semanas).
Porque también habéis aguantado lo mejor, la felicidad que he sentido pese a haber tenido un embarazo tan pesado y tan cuesta arriba.
Me habéis aconsejado cuando lo he necesitado y habéis apoyado todo lo que hemos decidido, como si tuviéramos una mano amiga al otro lado de la pantalla del móvil a la que apretar cuando dudábamos de nosotros mismos.
Habéis soportado 9 largos meses sin saber el sexo del bebé, habéis soportado 9 largos meses de lloros y risas, y me habéis alegrado con los mensajes tan bonitos que hemos recibido y con todos los buenos deseos, cuando flaqueábamos siempre tenía alguno para leer con el que retomar las fuerzas.
Se seguro, que todos o al menos, la mayoría de los que habéis estado con nosotros durante este tiempo, lo estaréis en el postparto y viendo crecer a nuestros hijos. Igual que yo seguiré estando para lo que me necesitéis siempre.

Os presentamos a Delia, nuestra niña, nuestra preciosa niña. 3.200gr y 50cm.

martes, 16 de febrero de 2016

El glamour del embarazo.

Cuando una mujer se queda embarazada le llueven los piropos. Dicen que la etapa en la que una mujer está más guapa es en el embarazo, el pelo no se cae, las uñas crecen rápidas y duras y la piel tiene un extraño brillo que no tiene cuando no estás preñati. DICEN.

Mis dos embarazos han sido TOTALMENTE OPUESTOS. En el de Diego vomité 5-6 veces, en el de Minipunto 5-6 veces también, pero al día. En éste estoy teniendo todos y cada uno de los síntomas habidos y por haber menos la ciática, en el de Diego no tuve absolutamente nada excepto ciática. En este tengo acidez todas las santas noches, en el de Diego no sabía ni lo que era.
Cada embarazo es un mundo, y yo el de Diego lo viví con una agilidad que al recordarla ahora me parece increíble. Ir a natación a diario, a todos los sitios andando... Ahora el simple hecho de estar 4 horas en clase me destroza entera.
Yo cuando di a luz a Die no hacía más que contar lo maravilloso que era estar embarazada, pero ahora cuento la parte opuesta. Hay embarazos y embarazos, y en mi caso este está siendo pesadísimo.

Estamos felices, gestamos una vida, nos ceden el asiento en transporte público y bancos (o eso deben de hacer) nos dejan dormir horas extras porque nuestro cuerpo lo necesita, comemos lo que queremos y nos seguimos viendo maravillosas, es más, cuanto más gordita sea la panza más ternura desprendemos, nos miman aunque estemos insoportables por el boom de hormonas que llevamos a cuestas, y tienen más paciencia con nosotras. Estamos consentidas y felices por ello.
Eso ve la gente.

Pero nadie se imagina lo preciosas que estamos cuando, durante el primer trimestre, nos levantamos a vomitar a diario, nos dan cefaleas fortísimas y nuestras encías sangran porque en el embarazo es muy común tener gingivitis. O cuando el exceso de hormonas nos juega la mala pasada de crear un grano justo entre las dos cejas, haciendo que parecemos un unicornio. Aún así seguimos estando bellísimas a ojos de la gente, aunque nosotras nos veamos como cracos.

En el segundo trimestre aparece la ciática, el bebé crece mucho y ya se nota la barriguita, pero en mi caso en el segundo trimestre parecía que mi gordura era porque me había comido un búfalo, y no porque estuviera en estado de buena esperanza.
Te crecen los pechos ¡oh qué bien! Pues no, duelen mucho, y tienes que ir corriendo a comprarte sujetadores porque los de antes de quedarte embarazada te dejan la marca y te oprimen.
También empiezan las contracciones de Braxton Hicks, que con Diego no tuve ni una, pero con éste hacia la semana 28 ya me molestaban (que no dolían).
Llega el temido momento en el que no puedes dormir boca abajo, y en mi caso empezó a subir el numero de veces en el que me tenía que levantar a hacer pis por la noche. Y qué carajo, por el día. Es super sexy decirle a tu marido 'nene, ¿cómo vamos a ir al cine si hago pipí cada 25 minutos? ¡No me voy a enterar de la peli!'
Supuestamente pierdes la libido, supuestamente. O por el contrario te vuelves como una perra en celo. Todo muy extremista.
En algunos casos empieza a salirte calostro del pecho. No mola nada cuando queda tanto tiempo para que pueda ser aprovechado.

El tercer trimestre es, al mismo tiempo, el más ansiado y odiado.
En mi caso vuelven los vómitos, pero esta vez no por náuseas, sino por la acidez. Nunca he sabido lo que es acidez hasta la semana 29 de mi segundo embarazo, entonces descubrí el amor por la Ranitidina que ahora se desvanece poco a poco, porque 6 semanas y media después me está dejando de hacer efecto.
Vamos al baño cada 10 minutos, ya no aguantamos tanto como hace 10 semanas... El útero presiona la vejiga y ésta tiene menos capacidad de aguante.
El bebé se encaja, yo con Diego no me di cuenta, con Minipunto estoy flipando con el dolor que tengo en toda la pelvis.
Salen hemorroides, qué graciosas ellas.
Y estrías. Yo no tengo ni una de momento, pero esto aún no ha acabado.
Tu centro de gravedad se va a tomar por saco, con lo cual tienes que andar como si te llevara el viento, balanceándote. Unos andares que quitan el sentido.
El útero está tan grande que comprime los pulmones, con lo cual al andar 20 minutos ya pareces un Pomeranian después de haber hecho una maratón. Lengua fuera y jadeando.
A mí me pasa hasta al hablar, cuando cuento algo muy largo me falta el aire.
Los ligamentos se resienten al sostener el peso del bebé. Duele.
Ponerte los calcetines y atarte los zapatos es todo un show, estamos super graciosas.
En esta etapa te duele hasta el alma.

Y aún así la gente sigue viéndote espléndida, aún así esto es lo mejor que te ha pasado en la vida, sonríes sin parar y te sonrojas cuando lees o escuchas lo bonita que es tu barriga, y aún así cuando des a luz y pasen los meses estarás echando en falta la barriga a diario. Se olvida.
MERECE LA PENA.








lunes, 25 de enero de 2016

Bullying: No son cosas de críos

La semana pasada, un niño que casualmente se llama como mi hijo, Diego González, se suicidó.
Él tenía once años. ONCE.
Era víctima de acoso escolar, y cómo no veía otra salida se arrojó desde un balcón dejando una carta que a toda España nos conmovió.

Los padres de Diego con la carta de despedida que escribió su hijo.

Se me parte el alma con noticias así; yo he sufrido bullying y mi hijo está pasando por algo parecido al acoso escolar. Éste caso me ha conmovido especialmente porque me ha pillado en la época en la que estamos luchando contra esto, y porque encima, se llama y apellida como Diego.

Yo entiendo que él no quisiera contar lo que le pasaba porque yo no lo conté, pero en mi caso, no recuerdo cómo, mi familia lo descubrió. Recuerdo que un día estaban en el salón de mi casa esperándome mi madre, mi hermano pequeño, mis tíos y mis primas... Ahí me hicieron contar lo que me estaba pasando.
Años más tarde, dos de las desgraciadas chicas que me acosaban (se metían conmigo, se reían de mí, nada de lo que yo hacía era de su agrado...) pasaron a ser mis mejores amigas, pero hace un año justo me la volvieron a jugar y hasta aquí llegó mi paciencia y mi poder para perdonar/olvidar.
Lo de ellas era mas 'light' pero había otro par que cuando estaba en clase me lanzaban cosas duras a la cabeza, me humillaban y amenazaban, me robaban, querían que yo hiciera cosas malas sólo por tener su aceptación (y lo peor es que las hacía. Si les caía mal alguien hacían que yo me peleara con esa persona, e incluso cosas peores por las que siento una enorme vergüenza...) Siguieron jodiéndome hasta cuando yo ya me convertí madre, hasta tal punto que quedaban con el inseminador cuando yo estaba recién parida y con las hormonas a full, sólo para hacerme daño. Increíble, ¿verdad? Pero un día me cansé, y de eso no hace tanto, unos 3 años... Me cansé y me revolví, como dice el refrán, "el valiente es valiente solo hasta que el cobarde quiere" y yo había dejado de ser cobarde hace meses.
A dia de hoy, me mandan peticiones de amistad al Facebook. ¿Enserio pretenden que las acepte? En fin, sólo espero que lo que me han hecho pasar jamás se lo hagan pasar en un futuro a sus hijxs, yo no me suicidé, pero sí que se lo que es querer desaparecer para siempre.

Y si duele que te lo hagan a ti, mil millones de veces más duele que se lo hagan a tu hijo.
Hace un mes y medio, un día que fui a recoger a Diego, entré en el colegio porque se había dejado el abrigo. Justo estaban saliendo la clase de P5, y al cruzarse con nosotros empezaron a reírse de él y a chillarle 'payaso, payasete' y cosas por el estilo. Yo me agaché y cogí a un niño, le pregunté que qué le estaban diciendo y por qué, y me dijeron que como los payasos tienen el pelo rizado, él es un payaso.
Diego no me había dicho nada, y cuando llegamos a casa, yo, intentando que él notara que le estaba dando poca importancia, le pregunté. Él me dijo que eran sus nuevos amigos, que en el recreo lo buscaban y le tiraban del pelo, y que le habían hecho una canción y todo llamándole payaso.
Si de por sí me destrozó saber que le decían eso en tono despectivo, cuanto menos se me partió el corazón cuando supe que había contacto físico y que, encima de todo, Diego se pensaba que eran sus amigos y que estaban jugando con él.
Mi marido y yo fuimos a hablar con su tutora a la mañana siguiente. Ella me dijo que no lo había visto, que en el recreo hay mas de ciento cincuenta niños y que no se había dado cuenta de nada, que iba a vigilar el tema y que no nos preocupáramos, que sobretodo lo importante es no hablar estos temas delante de Diego, que él no le de importancia es lo mejor que nos puede pasar.
No obstante no podíamos dejar de pensar en ello, así que a los dos o tres días le preguntamos y todo seguía igual. De hecho, le preguntamos porque cuando fui a llevarlo, una niña de seis años empezó a meterse con él delante mía, a empujarlo y a decirle cosas feas. Yo me puse en medio y le dije que era su madre y que no le volviera a decir nada más, a lo que la niña empezó a vacilarme a mí, ¡CON SEIS AÑOS! Cuando acabaron las clases otra vez volvimos a hablar con la maestra, y nos dijo que iba a tomar más medidas.
Esa tarde, cuando Néstor recogió a Diego y lo llevó al parque, un niño de los mayores le preguntó que si era su papá, cuando él respondió que sí, éste le contó que decían no se qué de 'asesinar al payasete'. Obviamente un niño de seis años es imposible que sepa el significado de la palabra asesinar, seguro que lo verían en alguna película, pero eso ya eran palabras mayores y era intolerable.
Al día siguiente fue la profesora la que nos llamó a nosotros, y nos contó que metieron a Diego en la clase de los niños que se meten con él y que les dijeron que se llamaba Diego y no payasete, y que les quedaba terminantemente prohibido acercarse a mi hijo. La sorpresa fue que Diego, al ver a esos niños se puso a cantar y bailar la canción que se habían inventado... Él pensaba que todo era un juego.
No nos quedamos conformes, así que fuimos al día siguiente al recreo a ver si veíamos algo raro, y la profesora al vernos, nos dijo que nada más salir, Diego había buscando a esos niños y que las dos profesoras le habían tenido que explicar que él tenía que jugar con los niños de su edad, no con los mayores.

La cosa quedó así, no volvieron a acercarse a él ni Diego a ellos... Pero ahora, al volver de vacaciones, me ha vuelto a contar que le han vuelto a cantar esa cancioncilla... Con lo cual vuelta al principio, hemos tenido que volver a hablar con la profesora y el viernes hablaremos con dirección, aunque nos estemos saltando el protocolo del centro.
La profesora nos sigue diciendo que Diego los busca en el recreo, pero es que Diego cumplió tres años en Diciembre, él no entiende por qué no puede ir 'a jugar' con esos niños, si ellos le hacen caso...
Mi hijo es así, le prestas un poco de atención y ya quiere estar contigo... Lo malo es que es muy pequeño, y aún no sabe diferenciar la atención de los insultos.




Me han dado consejos en plan "pues córtale los rizos y así no se meten con él". Pero lo primero, es que él no se los quiere cortar, y lo segundo es que así solo le enseñaría que si hay algo de su aspecto físico que no le gusta a alguien tiene que cambiarlo. Entonces qué, si en vez de 13 kg pesara 20 kg y se metieran con él por eso, ¿lo tendría que poner a dieta? O si se meten con él por su color de ojos, ¿le tendría que poner lentillas de otro color? No tiene sentido. Gracias a Dios, nosotros le potenciamos mucho todo lo que tiene, la lengua geográfica, el vello, su pelazo rizado... Por eso él tiene esa seguridad en sí mismo, él se quiere mucho porque nosotros le hacemos ver lo increíble que es.

Rumores, amenazar, marginar, empujar, dañar sus objetos, pegar, insultar, robar...

Estas preocupaciones acaban de empezar, sólo espero que no vuelva a pasarle nunca... Espero que los niños que se meten con otros niños por hacerse los graciosos o los valientes dejen de hacerlo. Que caigan en la cuenta de que hay personas muy vulnerables para las que lo que ellos piensan que son simples palabras son un mundo, y que pueden hacer que tomen decisiones irreversibles, como le pasó a Diego González, o al que se suicidó en Nochebuena, o como los miles que lo han hecho y no han salido en las noticias.

Empatía. Ojalá consigamos que las nuevas generaciones se críen sabiendo el significado de esa palabra.

martes, 19 de enero de 2016

19 de Enero de 2016. Un año desde que me convertí en una mujer libre.

Creo que somos de las familias que más cosas celebran, y es que en nuestra casa, todo lo que sea una alegría se apunta en el calendario de forma permanente y se celebra todos los años.

Néstor y yo celebramos tres aniversarios, el de novios, el de casados por lo civil y el de casados por la iglesia. Celebramos el aniversario del día que me pidió matrimonio también. Sumamos cumpleaños y santos, fiestas destacadas, los altas de las veces que he estado ingresada, cuando nos fuimos a vivir juntos y todo lo que se nos ocurra por el camino, hasta las cosas más chorras.

Pero sin alguna duda, la cosa más importante que celebramos es el día que se hizo firme la adopción de Diego ante un juez, con su sentencia, su libro de familia, su todo. Lo normal, pero que después de un año de comparecencias, juzgados, jueces, fiscales, firmas, abogados, trámites... Nos parecía algo inalcanzable, lejano e imposible.

Hoy es el primer día que vamos a celebrar esto, hoy hace un año que vivimos el momento más feliz de nuestras vidas, de la vida de los 3 y de las vidas de las dos familias que nos acompañan.

Ha pasado un año desde el día que retomé el blog, con esta maravillosa noticia que podéis leer aquí.

Un año desde que soy libre. LIBRE. Ya solo tengo unión con quién yo quiero, con quien yo elijo.
Siempre tendré que mirarme las espaldas, es algo que voy a llevar a cuestas de por vida, pero legalmente soy libre, y eso no se puede pagar ni con todo el oro del mundo.
Para vosotros quizá sea una tontería... No solemos valorar lo que tenemos hasta que nos lo arrebatan, por eso hoy en día yo valoro tanto la vida.





Todo no ha sido siempre como es hoy en día, muchas personas pensarán que sólo publicamos la parte idílica de nuestra vida, lo felices/enamorados/pletóricos que estamos... Pero es que es así, ahora es así... Nos ha costado muchas lágrimas llegar a ser lo que somos, llegar a estar como estamos. Hemos pasado todos mucho, quizá demasiado. Mi madre, mi familia, ha sufrido mucho todo este trámite. La familia de Néstor también. Diego, que parece que no se daba cuenta, pero claro que se daba... Percibía nuestra ansiedad y se la contagiábamos sin querer.. Pero sin duda la palma nos la hemos llevado mi marido y yo. No todo ha sido tan maravilloso como lo es ahora. Hemos llorado, hemos llorado muchísimo, y lo hemos hecho juntos, siempre.
Hemos vivido ataques de pánico. Estar en el juzgado con taquicardias esperando que toda persona que tenía que firmar lo hiciese... Las largas no, larguísimas esperas, y sin hablar del tema económico, que también nos ha costado mucho. No pedimos ayuda a nadie, todo lo hemos pasado y pagado nosotros dos, TODO, y creedme que no es poco.
Así que ahora me puedo permitir gritar lo feliz que estoy, que estamos. Lo merecemos después de 3 años de sufrimiento en el que la palabra felicidad perdió para nosotros todo su significado.
No sabéis la agonía que es intentar recordar qué es lo que se sentía estando feliz y no poder hacerlo. El dolor de cabeza, la mirada apagada, hasta el cuerpo pagaba ese sentimiento perdiendo peso sin control y quedándose escaso de carne. La forma de mirar, de hablar.
Ahora soy quién siempre he querido ser y tengo lo que siempre he querido tener, ¿por qué no iba a compartirlo con el mundo? Sólo tengo ganas de gritar lo bien que estoy, porque nunca se sabe cuando puede acabar algo.

Por eso vamos a seguir disfrutando de aniversarios con y sin sentido, vamos a seguir transmitiendo lo que somos, lo que hemos conseguido. Vamos a seguir contestando mensajes de mujeres y parejas que están pasando por lo mismo y no ven una salida. Vamos a seguir intentando ayudar, intentando hacer ver que se puede conseguir todo por lo que se lucha con uñas y dientes.
Vamos a seguir amándonos y gritándoselo al mundo. Nos lo merecemos.

Feliz primer año de González, Diego.
Feliz primer año de papá, mi amor.

domingo, 10 de enero de 2016

Tú eres bueno, tú eres guapo, tú eres importante.


Hoy os voy a escribir de algo que a mi parecer resulta muy MUY importante: Potenciar el autoestima del niño.



Yo he tenido el autoestima por el suelo, y ha sido algo que ha condicionado de forma directa mi adolescencia, haciéndome una persona muy vulnerable y manejable, con la que la gente hacía lo que quería. Hoy en día no tengo el autoestima que me gustaría, pero ya no me dejo pisar, no lo permito. Me ha costado años cambiar esto, por eso quiero que mis hijos crezcan sabiendo lo que valen.

Yo le potencio mucho las cosas que tiene Diego especiales, físicamente hablando.
Él tiene Glositis Migratoria Benigna (lengua geográfica, coloquialmente hablando. Es que la lengua muda la piel, poniendo formas o 'dibujos' blancos en su superficie, a Diego le suelen cambiar cada 3-4 días) eso es algo que cuando se lo diagnosticaron me dijeron que era para siempre, que no iba a tener ningún problema de salud, que es una afección estética, pero que los niños son crueles, y si ven que él tiene algo que ellos no, pueden tomarlo como una vía para meterse con él. Así que cada vez que le cambia le pido que me la enseñe, le digo que me encanta, que ojalá yo la tuviera porque son unos dibujos super originales (realmente es flipante) y él va super contento enseñándonos la lengua.

La lengua de Diego.
También tiene el pelo super ultra rizado, a él le gusta, y nosotros no hacemos más que decirle 'nos encantan tus rizos, ojalá lo tuviéramos nosotros tan chulo' (y es verdad, yo tengo el pelo liso y siempre he querido tener un rizo tan bonito como el suyo).
Le solemos preguntar si quiere cortárselo, y nos dice que no. 



Quitando la parte física, hacemos que sepa que él puede hacer lo que se proponga. Últimamente le cuesta colgar su abrigo en la percha, y cuando se le cae dos veces me viene entristecido/frustrado diciéndome que él no puede colgarlo, a lo que yo le contesto 'claro que puedes, puedes hacer todo lo que te propongas, si quieres mamá te ayuda' y le enseño a hacerlo. O en su defecto, cuando lo cuelga bien a la primera le aplaudo y le digo '¡olé, eres un máquina, lo has hecho tú solito!'.

Cuando trajo los trabajos que había hecho en clase en el primer trimestre (todo dibujos) le dije 'vaya, qué pasada, cada vez coloreas y dibujas mejor' 'Es increíble, qué colores más bonitos has utilizado' 'me gusta lo que te has esforzado, me encanta cómo has trabajado'

Diego nos ayuda con las tareas de casa, pone la mesa para cenar y siempre recoge su plato, así que le digo 'gracias por colaborar, eres muy curioso'. O cuando hago yo mis cosas, como tender, lavar, planchar, cocinar... Le pregunto si me quiere ayudar, si me dice que sí, al terminar le digo 'gracias por ayudarme, sin ti hubiera tardado el doble' (que a lo mejor hubiese tardado la mitad)
'¿te gusta como nos ha quedado la tarta? Está muy bonita' 'he disfrutado mucho haciendo estas galletas contigo'




Cuando por el contrario se equivoca en algo, no quiere recoger, no quiere secarse el pelo, o tiene una pataleta, le explicamos por qué hay que hacer esas cosas, y cuando lo entiende 'gracias por entenderlo, eres muy comprensivo'.

Todos los días le habla al bebé, le acaricia, le dice que salga ya de la barriguita de mamá, que está deseando jugar con él y cuidarlo... A lo que yo le contesto 'Eres muy bueno, vas a ser un gran hermano mayor, el mejor del mundo'

Cuando elige su ropa o el juguete que se quiere llevar a la calle 'te respeto, respeto tu decisión' '¿Te hace feliz? Adelante'.

Y ya la parte más importante: Que sepa lo querido que es.  'me encanta estar contigo' 'te quiero más que a nada' 'para mí eres lo más importante' 'no hay dos como tú' 'eres único' 'me lo he pasado muy muy bien jugando contigo en el parque' 'disfruto cuando vemos una película juntos'... 

Es increíble la reacción positiva que tiene cada vez que le digo cualquiera de estas frases que a mí no me cuestan nada. Sonríe, se crece, se come el mundo. Algo tan simple como mostrarle lo que es, cómo es, reforzarle positivamente... Está haciendo que sea un niño que sabe que puede con todo, un niño fuerte, un niño al que no le importa lo que la gente diga de él, tiene orgullosas a las personas que más quiere, ¿para qué más?